● Novedades
● Programa
● Círculos
● Coloquios
● Amigos de la Fundación Descartes - Archivo
● e-texts
● Biblioteca
● Librería
● Publicaciones
● Invitados
● Trayectoria
● Consejo de Administración
● Enlaces

 
German García
Archivo Virtual

 
Centro
Descartes
● Agenda
● Jornadas
● Curso de Germán García
● Enseñanzas de la Clínica
● Lacan-Freud, idas y vueltas
● Lecturas Críticas
● Cursos Breves
● Conferencias y debates
● La demanda institucional. Ateneo
● Actividades anteriores
● Consejo de Gestión



 
 
 

La mujer que “inventó” la pulsión de muerte

Con este título, el viernes 11 de junio, realizamos, en el Centro Descartes, la proyección del film documental de Elisabeth Márton: Mi nombre era Sabina Spielrein.
La proyección del mismo, propuesta por Emilio Vaschetto, se corresponde con una de las vertientes de trabajo planteadas en el Módulo de investigación: Clínica del cuerpo (femenino) Cuerpo cómplice –cuerpo adverso.
La vertiente de construcción de casos clínicos de la literatura analítica es un sesgo que retomamos después de la presentación del libro de Graciela Musachi –en junio del 2001-, Mujeres en movimiento: eróticas de un siglo a otro, que escandió una época de trabajo del módulo bajo el nombre de: Los feminismos y el psicoanálisis.
En el año 2000, desde un punto de partida literario, -pues tomamos de J. Starobinsky la divisa Cuerpo adverso - cuerpo cómplice, y de A. Carter Niñas malas – Mujeres perversas- nos orientamos hacia esta línea en la lectura de la construcción del caso de “La pequeña K” de Lou-Andreas Salomé y del caso de Fritz Wittels “Freud y la mujer niña”, que Germán García publicó en D’Escolar (2000). Incluso, también, en ese año, la puesta en marcha del módulo sobre Clínica y política en la correspondencia de Sigmund Freud, nos aproximó a los “casos” tramados en la misma.
Como resultado de este recorrido, entonces, en marzo de este año, en las Jornadas de apertura, Giselle Ringuelet presentó el trabajo que realizó sobre Loë Kann que tituló: Loë, un cuerpo adverso y, actualmente, en contrapunto con Karen Monsalve, está investigando sobre Joan Riviere a partir de la correspondencia Freud-Jones. El análisis de la poeta modernista H.D., Hilda Doolitle, también está en nuestro horizonte. Otro trabajo que podemos incluir en esta línea es el presentado por Enrique Acuña, en septiembre del 2003, en las Jornadas “Los usos del psicoanálisis” sobre un caso de Anna Freud, que tituló “El caso Sandy, una fobia en tiempos de guerra”.
En relación a esta vertiente de investigación es de interés para nosotros “Sabina Spielrein. El paradojal olvido de una psicoanalista”, producto de la investigación realizada por Curt B. Hacker y Carolina Hermo, quienes, además, nos facilitaron el acceso al texto original de Sabina Spielrein “La destrucción como causa del devenir” publicado en elhilodeariadna.com, volumen 7, sección: pensamiento.

Mi nombre era Sabina Spielrein

El debate que sucedió a continuación de la proyección dejó abiertas varias vías de investigación, pero fundamentalmente reafirmó la corriente de Pensar con la historia (según Carl E. Schorske). A continuación expondré brevemente algunos puntos planteados en el debate, otros que muestra el documental y algunas hipótesis de investigación posibles a seguir.

El título de la película fue extraído de un documento que acompañaba las actas de la historia clínica y cuyo título era: “última voluntad”. En él escribe Spielrein: “…planten allí un roble e inscriban en él: yo también fui una vez un ser humano. Mi nombre era Sabina Spielrein”.
El documental fue realizado en Zurich, Viena, Berlín, Génova, Moscú y Rostov, como dijimos, por la directora radicada en Suecia, Elisabeth Márton.
Se proyectó por primera vez el 27 de abril de 2002 en el Museo de cine de la ciudad de Dusseldorf, Alemania.
Según una carta de E. Márton: “La película es un tramado de varios elementos documentales como fotografías, películas de archivo, pasajes filmados de lugares donde vivió y actuó Sabina Spielrein, diarios íntimos y cartas. Escenas realizadas con actores, que más que nada transmiten un estado psíquico y evidencian el mundo interno y subjetivo de Sabina. El elemento dramático en el film lo constituyen las voces de Sabina, Jung y Freud, cada cual con su acento idiomático característico peculiar. Sabina habla alemán con el acento ruso, a ratos habla o canta en ruso; Jung en su dialecto suizo-alemán de Basilea y Freud en su dialecto vienés. Estas voces citan su propia correspondencia y están expuestas como pensamientos y sentimientos interiores. Todo lo que dicen esas voces son citas textuales auténticas de cartas y diarios íntimos”.
La película dura noventa minutos y está subtitulada en inglés. La traducción al castellano la realizaron en forma simultánea Carolina Hermo y Curt Hacker, con un guión que les facilitó la misma Elisabeth Márton. Ellos establecieron contacto con la directora cuando, en el 2002, se presentó la película en el Festival de Mar del Plata.

El Burghölzli: psiquiatría y psicoanálisis

El Burghölzli se erige, desde 1905 y durante un par de años, en “un laboratorio de freudismo”. Incluso, como recordó Emilio Vaschetto, durante el debate, J. Forrester (a partir de un relato sobre la vida del hospital, que Jung le escribe a Freud en 1907), define el ambiente que se vivía en el hospital como una “democracia del inconsciente”.
Tal como lo destaca la directora del documental y Curt Hacker con Carolina Hermo en el artículo “Sabina Spielrein. El paradojal olvido de una psicoanalista”, las características del tratamiento de la joven rusa, llevado a cabo por Carl Gustav Jung, están determinadas por el momento histórico-científico, en el cual Freud y Bleuler demarcan el campo de autoridad en el que se juega la cura de Sabina Spielrein.
Podríamos afirmar, incluso, que las condiciones que brindaba el Burghölzli al campo del psicoanálisis determinaron el acceso de Sabina a una cura por el psicoanálisis. Pues, efectivamente, (como también se dijo en el debate), el tratamiento llevado a cabo por Jung no tuvo las características de un psicoanálisis propiamente dicho, duró nueve meses , combinado con sugestión y con las investigaciones que el grupo Burghölzli estaba realizando sobre las asociaciones y los tiempos de reacción en el proceso de desarrollo de la teoría de los “complejos” que los experimentos de asociaciones ponían al descubierto.
Por lo cual, el “caso” Spielrein resulta apropiado para desarrollar dos tesis de Lacan: la primera es que un psicoanálisis se juega en su ética y no en la técnica, como lo plantea en el seminario del Acto psicoanalítico, y la segunda que el analista, al final del proceso de una cura, pasa a ocupar una posición de deshecho, de resto de la operación analítica (a la manera de un precipitado químico). Por otra parte, también, dicho caso es apropiado como demostración del comentario que realiza Elena Levy Yeyati, en el Etcétera N° 51, a propósito de la reseña del libro de Enrique Rivas Intersección psiquiatría psicoanálisis. La clínica de la sospecha, donde destaca la importancia del contexto en que se da una práctica y a la vez responde negativamente a la pregunta que ella misma plantea, “¿Se puede sostener que cierta destreza individual del practicante para manejar la transferencia es suficiente para superar un problema a todas luces colectivo?”
Al respecto, de este comentario, es elocuente la afirmación de Bruno Bettelheim sobre el affaire Jung - Spielrein: “el evento más importante en la joven vida de Sabina fue que al margen de lo que haya sucedido durante su tratamiento con Jung en el Burghölzli, se curó… Por cuestionable que haya sido la conducta de Jung desde el punto de vista moral…de alguna forma cumplió con la obligación original del terapeuta para con el paciente: curarla”.
Entonces, podemos decir, siguiendo los datos biográficos, que para Carl Gustav Jung, Sabina Spielrein es el primer caso que él mismo trata según el novedoso método psicoanalítico. Mientras que para Sabina Spielrein, Carl Gustav Jung es su primer amor.
Lo que torna interesante a este “caso” para la literatura analítica, es que Sabina Spielrein llegó al psicoanálisis como paciente psiquiátrica del hospital Burghölzli, que se encontraba en ese momento bajo la dirección de Eugen Bleuler y que Bleuler había hecho del asilo psiquiátrico el hospital universitario más respetado y progresista de Europa.
A fines de agosto de 1904, con dieciocho años de edad, Sabina llega a Zurich para anotarse en la Facultad de Medicina pero es internada tras sufrir “un colapso nervioso o un brote psicótico” .
Nacida en Rostov, sobre el Don (Rusia), en 1885; Hija de Nicolay Spielrein (un comerciante judío de buena posición) y de Eva Luyblinskaya; hermana de Jean, Emile e Isaak Spielrein. Egresa de un secundario (Gymnasium) de Rostov con excelentes calificaciones y una óptima formación privada (a los 5 años había sido enviada a un colegio en Varsovia donde aprende el idioma alemán y el francés. De regreso a Rostov, a los ocho años, cursa en el liceo de señoritas donde, además ruso, latín, griego y hebreo antiguo estudia piano y canto.)
El primero de junio de 1905 es dada de alta, e ingresa finalmente a la facultad de Medicina. Se gradúa en 1911 con una tesis médica: “Sobre el contenido psicológico en un caso de esquizofrenia”. Mismo año en que Bleuler publica su obra fundamental y acuña el término “esquizofrenia” que “levanta la hipoteca demencial que gravaba la comprensión del síndrome”. Bleuler la supervisó durante el primer año de trabajo, desde la primavera de 1909 hasta el verano de 1910, luego Jung tomó a su cargo la supervisión hasta principios de 1911. Bleuler y Jung se aseguraron que la tesis fuera publicada, ese mismo año, en el Jahrbuch. En ese número Freud publica su trabajo sobre Schreber con la apelación de “demencia paranoide”.
Desde 1906 hasta 1910 se desarrolla el período de organización del movimiento psicoanalítico: en 1907 Jung funda la Sociedad Freud en Zurich y Abraham quien, como no suizo, nunca pudo superar el puesto de asistente en el Burghölzli, le escribe a Freud en noviembre de 1907, explicándole que quiere dejar el hospital, y pidiéndole apoyo para establecerse en Berlín. Le comunica que desconfía de Jung y de Bleuler. Freud responde: “Sea tolerante, y no se olvide de que, a decir verdad, le es más fácil que a Jung el seguir mis pensamientos, pues en primer lugar usted es totalmente independiente, y luego, por pertenecer a la misma raza, está usted más cerca de mi constitución intelectual, mientras que él, como cristiano hijo de un pastor, encuentra su camino hacia mí, a costa de una lucha contra grandes resistencias internas. Su alianza tiene pues un valor más grande. Diré incluso que sólo gracias a su llegada, el psicoanálisis se sustrajo de ser un asunto de la nación judía.” En 1908, K. Abraham funda la sociedad de Berlín y en 1910, se crea la IPA, con Jung a la cabeza. En 1912, tras el conflicto de Freud con Jung, se crea el comité secreto para vigilar la marcha de la IPA, compuesto por: S. Freud, H. Sachs y Otto Rank (de Viena), K. Abraham (de Berlín), Sandor Ferenczi (de Hungría) y E. Jones (de Inglaterra). Max Eitingon se une en 1919. El comité se disuelve en 1927.

La destrucción como causa del devenir

Sabina Spielrein: psicoanalista
En octubre de 1911 Sabina Spielrein es aceptada como miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Viena y en noviembre es invitada por la Sociedad a leer un fragmento de la “Destrucción como causa de empezar a ser (o del devenir)”, publicada en 1912 en el Jahrbuch. Era la psicoanalista más joven, recién cumplía 26 años.
Después de la proyección de la película Giselle Ringuelet (miembro del módulo de investigación organizador de la actividad) realizó un comentario sobre la “Destrucción como causa de empezar a ser (o del devenir)”. A este mismo texto de Sabina Spielrein se refiere S. Freud en Más allá del principio del placer, cuando escribe: “una considerable porción de estas especulaciones (con respecto a la pulsión de muerte y la posibilidad de un masoquismo primario) han sido anticipadas por Sabina Spielrein en un escrito instructivo e interesante que no obstante y por desgracia no me resulta del todo claro. En él describe los componentes sádicos de la pulsión como “destructivos””. También Freud realiza otro comentario en la conferencia sobre La angustia y la vida instintiva, pero no la nombra.
En el debate, Germán García y también Graciela Musachi, situaron que si bien ambos dan relevancia a la pulsión de muerte Sabina Spielrein, a diferencia de S. Freud, sitúa en ese texto los componentes sádicos como primarios. Podría situarse que, en Spielrein la destrucción es causa del devenir y en Freud el devenir es causa de la destrucción.


El psicoanálisis con niños


Nacimiento de la psiquiatría infantil

Otro de los puntos de interés son los trabajos de clínica e investigación con niños realizados por Spielrein, tanto en Suiza como en Moscú; pues se corresponden con el desarrollo de la naciente psiquiatría infantil.
Según el estudio histórico, sobre la clínica psiquiátrica con niños, realizado por Paul Bercherie, “podemos considerar que una clínica específica del niño, con sus propios conceptos, no se estableció realmente más que a partir de los años ‘30”. Por un lado, hasta los años ´30 la noción global de idiotez recubre todo tipo de casos de locura, donde el caso paradigmático sigue siendo Victor, el Salvaje de Aveyron, y; por otro lado, la clínica psiquiátrica del niño es el calco de la del adulto.
P. Bercherie caracteriza a esta nueva clínica, que se constituye a partir de 1930, como pedo-psiquiátrica: “fundada sobre una amplia base empírica pero también sobre una conceptualización elaborada surgida del psicoanálisis.” Pues se trata de una clínica que no sólo considera que la infancia tiene su propio orden de existencia y racionalidad sino que además, aclara en lo sucesivo el devenir del adulto. Los comienzos de esta modificación se pueden situar en Freud a partir de la publicación de los tres ensayos para una teoría sexual, mismo año en que Binet publica el primer proyecto de la escala.

Spielrein se traslada a Berlín en abril de 1912 y, el 14 de junio se casa con el doctor Paul Schefetel. Según Forrester, asistió a las reuniones de la Sociedad de Berlín y contribuyó con una serie de artículos sobre: el olvido de los nombres, del simbolismo animal y la fobia de un niño, sueños menstruales y distintas manifestaciones del complejo de Edipo en la infancia, pero no estableció una relación son su presidente K. Abraham. Con la guerra del 14 se traslada a Suiza, primero a Zurich (donde hace contacto con Bleuler) y luego a Lausanne. Allí deja el psicoanálisis hasta 1919, año en que pide a Freud afiliarse nuevamente a la Sociedad psicoanalítica de Viena.
En septiembre de 1920, participa del Congreso Psicoanalítico Internacional de La Haya, en el que presentó un artículo titulado: “Origen y desarrollo del discurso hablado” que vinculaba el psicoanálisis con la psicología del desarrollo y la lingüística. Allí reexamina las teorías sobre la adquisición del lenguaje y expone sus hipótesis acerca del origen de las palabras “mamá” y “papá”. Las toma como ejemplos del proceso por el cual las primeras palabras surgen del proceso de succión, imbuidas de cualidades mágicas y realizadoras de deseos. Estas hipótesis, acerca del desarrollo del habla infantil, las retoma Melanie Klein en su artículo, del año 1923: “Análisis infantil”. (En la nota 41 se lee: “Quiero referirme aquí a un interesante artículo del doctor S. Spielrein (Imago, vol VIII) en el que en forma muy esclarecedora refiere el origen de las palabra infantiles “papá” y “mamá” al acto de chupeteo”. Melanie Klein había participado del Congreso y, según su autobiografía, es durante el mismo que Abraham la invita a unirse a su grupo y que hace contacto con Hermine von Hugh-Hellmuth, pero no hay ni una mención a Spielrein.)
Spielrein consideraba que el habla constituye una zona intermedia entre los principios del placer y la realidad. Y como esquema conceptual global desarrolla el contraste entre los lenguajes autistas y los sociales (el canto, la poesía). Esta línea es la que ocupará el centro del debate entre Piaget y Vygotsky. John Forrester, en esta idea sigue a J. Kerr, que sugiere que Spielrein “dio un empujón inicial a la psicología rusa hacia el siglo XX”.
Pues efectivamente el “debate” Piaget-Vygotsky nunca existió, la primera edición rusa de Pensamiento y lenguaje se publica, en 1934, pocos meses después de fallecido Lev S. Vygotsky. En este libro es que se encuentran las observaciones críticas a Piaget, en el segundo capítulo, que titula: “La teoría de Piaget sobre lenguaje y pensamiento”. Los “Comentarios sobre las observaciones críticas de Vygotsky” los realiza Piaget veinticinco años después de esta publicación, por pedido de E. Hanfmann, una de las continuadoras más cercana de Vygotsky. (Publicado como apéndice en la versión castellana de 1964.) Y la primera consideración que realiza sobre las observaciones de Vygotsky, es que los trabajos que discute datan de 1923 y 1924.
Spielrein conocía estos trabajos de Piaget antes de su publicación, pues cuando se traslada a Ginebra, a principios de 1921, se incorpora al Instituto J.J. Rousseau, fundado por E. Claparède en 1912, como laboratorio pedagógico en la universidad. Allí Claparède le asignó un consultorio y un puesto oficial como su asistente. El instituto se cerró en 1922, pero durante ese tiempo trabajó en colaboración con Piaget. Incluso, como había sido enviada “para colonizar una nueva ciudad”, fue miembro activo de la asociación psicoanalítica local y, ofreció análisis didáctico a varios de sus colegas: Pierre Bovet, Claparède, Charles Odier y J. Piaget. Incluso, publicó “Algunas analogías entre el pensamiento del niño y del afásico, así como el pensamiento preconsciente”, junto a uno de los primeros ensayos importantes de Piaget en Archives de Psychologie, en 1923.
En Ginebra, trabajó con Charles Bally (de la Escuela de Lingüística) la gramática estructural, desarrollada por Ferdinand de Saussure, y su relación con las formas del pensamiento preconsciente. De este trabajo presenta un artículo en el Congreso de Berlín sobre “El tiempo en la vida psíquica subliminal”, más tarde publicado en Imago, en 1923. En dicho Congreso Freud apoya la adhesión del grupo moscovita a la IPA pero, según E. Roudinesco , Jones retrasa la adhesión por “razones administrativas” pues intenta un equilibrio entre Kazan y Moscú (donde había sólo tres médicos), médicos y no médicos, marxistas y no marxistas. Recién en 1923, por intermedio de Abraham, se elabora un acuerdo y se crea la Unión psicoanalítica panrusa en la que convergen los círculos freudianos de Kazan, Odesa, Kiev y Rostov bajo la presidencia de Ermakov y luego de Wulff (de Odesa).
En ese año, 1923, Spielrein regresa a la Unión Soviética alentada por Freud. Se incorpora a la Sociedad Psicoanalítica de Rusia, a la que pertenecían A.R. Luria y Vygotsky. Según los informes presentados por Luria, secretario de la Sociedad, a la Revista Internacional de Psicoanálisis: Spielrein trabajó en docencia y capacitación de analistas, trabajó en un hogar de niños fundado por ella (Clínica Psicoanalítica para niños) y dictó seminarios sobre psicoanálisis infantil con respecto al cual tenía una posición distinta a la de Klein y Hug-Hellmuth, pues se oponía al uso de explicaciones que consideraba una influencia sugestiva. En 1925 participó del congreso realizado en Moscú.
John Forrester escribe: “Aquí estaba una mujer que era amiga personal y pupila de Bleuler y Jung, una colega de Freud y de Piaget, que pudo ayudar el joven Vygotsky en su crítica del empleo de Piaget del concepto bleuleriano de pensamiento autista, utilizando el método interpretativo del análisis del monólogo de un niño que Spielrein había desarrollado a partir de los experimentos de asociación de Jung. Luria incorporaría estos mismos experimentos a su trabajo sobre el conflicto humano a fines de la década de 1920.”
En 1926 regresa a Rostov, su ciudad natal, y se dedica a la constitución y dirección de un hogar psicoanalítico para niños y lactantes. En 1936, año en que muere Pavlov, bajo el gobierno de Stalin se prohíbe la práctica oficial del psicoanálisis.
E. Roudinesco, en La batalla de los cien años, relata como K. Abraham, quien conocía bien el Burghölzli, consigue triunfar en Berlín, en alianza con M. Klein, donde Zurich fracasó. Roudinesco dice: “Conquista para el psicoanálisis las tierras prometidas de la infancia y la psiquiatría.”(…) “En 1924, en el congreso de Wurzburg, declara Abraham: “El porvenir del psicoanálisis es inseparable del análisis a través del juego.”” Esto encuentra su apoyo en Freud en la conferencia que da en 1907, en los salones del publicista Hugo Heller, sobre “El poeta y los sueños diurnos”. (Publicada en 1908 en New Revue).
En La Batalla de los cien años, no hay ni una sola mención a Vygotsky, mientras que J. Forrester en Las mujeres de Freud lo ubica en el debate de la época. Llamo la atención sobre esto, pues la otra consideración que hace Piaget en la introducción a sus “Comentarios…” es: “Aunque mi amigo A. Luria me había mantenido al tanto de la posición simpatizante, y crítica a la vez, de Vygotsky hacia mi obra, nunca pude leer sus escritos o ponerme en contacto con él (…)” Resulta llamativo que Piaget no haya podido leer nunca los escritos de Vygotsky siendo amigo de Luria. Y por otra parte, reafirma la hipótesis de algunos comentaristas acerca del silencio que recayó sobre la obra de Vygotsky, y podríamos agregar también la de Spielrein o la de otros, por ser sospechadas de oponerse al materialismo dialéctico o de ser reflejos de la ideología capitalista.

Hitler y Stalin

Sabina y sus hijas mueren en manos de los alemanes. Según los datos recogidos por Carotenuto del periodista sueco Ljunggren (1983), las asesinan, en 1941, con un grupo de mujeres en la sinagoga. Según Nitzschke, las tropas alemanas permanecieron poco tiempo en Rostov. Cito a Carotenuto: “El asesinato organizado de judíos –con ello el de Sabina Spielrein y sus hijas, según expresiones de contemporáneos (compárese Issel 1999) - comenzó recién en agosto de 1942, luego de que la ciudad fuera reconquistada y ocupada por un tiempo prolongado. Los judíos fueron transportados a la Smijewa Balka (hondonada de la serpiente) y allí fueron fusilados.” Según muestra el documental, Sabina tuvo tiempo de escapar, pero decidió quedarse pues no creyó que una raza tan culta como la raza aria pudiera realizar lo que se decía.
Siempre fiel a Jung, rechazó la advertencia de Freud cuando ella intentaba que éste recompusiera la relación con Jung: “Por mi parte, como usted sabe, me he curado de la más mínima secuela de predilección por los arios, y quiero pensar que, si su hijo es varón, se convertirá en sólido sionista, tiene que ser moreno, o en cualquier caso volverse moreno, no más cabecitas rubias, ¡dejémonos de tonterías! […] Somos y seguiremos siendo judíos, los demás no harán más que seguir utilizándonos, sin llegar a comprendernos o a respetarnos jamás.”

El documental establece un paralelo entre lo que sucedía en la Alemania de Hitler y en la Rusia de Stalin. Entre la persecución judía por los nazis y las purgas stalinistas. Sus hermanos habían sido asesinados, años antes, en manos de agentes del gobierno stalinista.
En el debate se discutió sobre este punto, y Germán García insistió en las diferencias entre lo sucedido en Rusia y lo sucedido en Alemania.
Con respecto al psicoanálisis en Rusia, está bien historiado por Roudinesco. Pavlov gana el premio Nobel en medicina en 1904, contemporáneo de Freud y Janet, desde la fisiología sienta las bases de una nueva psicología fundada en el estudio de los reflejos condicionados. Pretende dar una descripción de la actividad nerviosa superior formulada en términos de excitación e inhibición. El poder provocar una neurosis experimental, lo lleva a afirmar que la neurosis no es una estructura inherente al psiquismo, sino asimilable a un condicionamiento que puede fabricarse o desaparecer experimentalmente. A la teoría fisiológica de Pavlov se sumará la llamada psicología objetiva, basada en el estudio de los reflejos de Pavlov, pero que pertenece al ámbito del comportamiento. Entonces, si el sujeto humano puede ser distinguido a partir de “reflejos condicionados” y ya no instintivos, ello quiere decir que no existe una “naturaleza humana eterna”. Como toda psicología entraña una política, la reflexología pavloviana constituye la traducción psicológica de los ideales de la felicidad comunista. Pavlov no se consideró jamás ni materialista ni marxista.
En 1923, Trosky, quien cuando estuvo viviendo en Viena (1909) había asistido a las reuniones de algunos psicoanalistas, le escribió a Pavlov, según reseña Roudinesco, “para explicarle que el psicoanálisis, pese a su lado “literario”, ha dejado de creer en la primacía de un abismo del alma y que la teoría freudiana puede ser englobada en una psicología materialista, como un caso particular de la doctrina de los reflejos condicionados.” Trosky, al igual que Lenin, demuestra la voluntad desde el punto de vista político de no reducir los debates culturales a una condena. Es decir, no condena el psicoanálisis en la medida en que lo hace compatible al pavlovismo. Único modelo aceptable para que se implante el psicoanálisis en Rusia.
Freud critica el postulado psicológico sobre el que descansa el ideal comunista. Dice Roudinesco “el meollo de la oposición de Freud a los ideales del comunismo radica en la afirmación de la existencia de una pulsión de muerte que impide creer no sólo en una primacía de la conciencia sobre el inconsciente sino también en un posible condicionamiento del hombre mediante la “razón”.” Y sitúa que todas las discusiones de esa época entre freudianos, marxistas, antifreudianos y freudo-marxistas “se resumen en un solo debate teórico que tiene que ver, por un lado, con la situación del inconsciente respecto a la conciencia y, por el otro, con la aceptación o rechazo de la hipótesis de la pulsión de muerte.” Para estas afirmaciones se apoya en lo que Freud escribe en el Malestar en la cultura: “La crítica económica del sistema comunista no es en absoluto mi especialidad y no me es posible examinar si la supresión de la propiedad privada es oportuna y ventajosa. Por lo que respecta a su postulado psicológico, creo en cambio estar autorizado a ver una ilusión sin consistencia alguna. Aboliendo la propiedad privada ciertamente se le quita a la agresividad humana y al placer que esta produce uno de sus elementos, sin duda un poderoso instrumento pero no el más poderoso. Pero las diferencias de poder e influencia de las que abusa la agresividad no han cambiado en absoluto ni tampoco la naturaleza de ésta.” “Uno se pregunta con inquietud qué harán los Soviets cuando hayan exterminado a sus burgueses.”
Germán García insiste en que Inhibición, síntoma y angustia (texto que Freud escribe en 1927) tiene como perspectiva diferenciar el psicoanálisis del pavlovismo. Por ello se ocupa de la inhibición con el solo objetivo de diferenciarla del síntoma, terreno propio del psicoanálisis. Pero, por otra parte, en ese texto, a diferencia de la corriente kleiniana, afirma que le parece una gran simplificación teórica reducir el síntoma a la pulsión de muerte, pues el impulso agresivo no se puede reducir, la agresividad constituye la fuente de un placer. Sino se cae por otra vía en la misma ilusión que critica al comunismo. Esta perspectiva se cruza con el debate sobre el psicoanálisis infantil que se superpone al debate del psicoanálisis laico. Y como señala Roudinesco, en ese año, también, con la publicación del Porvenir de una ilusión Freud termina el debate con el pastor Pfister. El psicoanalista no es ni médico, ni cura, ni pedagogo. La estandarización del psicoanálisis se realiza en 1926. Y 1927 también es el año de disolución del comité secreto.
Finalmente, con relación a la reciente publicación de una biografía de Jung se discutió sobre la diferencia que existe entre una teoría como la doctrina junguiana, que enlaza teóricamente con la que propugnan los nazis en materia de psicología de los pueblos, de las razas y de las muchedumbres, -por otro lado muy extendido en las ciencias de esa época-, del dogma nazi asesino y salvaje. Este es otro tópico que desarrolla E. Roudinesco.


Bibliografía
J. Forrester y Lisa Alignanesi, Las mujeres de Freud, Planeta, 1992, Argentina.
John Kerr, La historia secreta del psicoanálisis: Jung, Freud y Sabina Spielrein, Barcelona, Crítica, 1995.
Aldo Carotenuto, Diario de una secreta simetría: Sabina Spielrein entre Jung y Freud con prólogo de Bettelheim.
Paul Bercherie, “La clínica psiquiátrica del niño”, Revista Malentendido.
M. Klein, Principios del análisis infantil. Contribuciones al psicoanálisis, Ediciones Horme / Psicología de hoy, Bs. As., 1971.
L. Vygotsky, Pensamiento y lenguaje, editorial Lautaro, Argentina, 1964.
Elisabeth Roudinesco, La batalla de los cien años, Editorial fundamentos, serie psicoanálisis y psicoterapia de grupos, 1993
Bernd Nitzschke, Das Ich als Experiment: Essays über Sigmund Freud und die Psychoanalyse im 20. Jahrhundert (El Yo como Experimento: Ensayos sobre Sigmund Freud y el Psicoanálisis en el Siglo XX), Gotinga, Vandenhoeck & Ruprecht, 2000. (Citado por Curt Hacker y Carolina Hermo)

Nota:
Estos apuntes, como ya he señalado, sólo pretenden establecer algunos temas posibles de investigación que surgieron a partir de la proyección de la película de Elisabeth Márton Mi nombre era Sabina Spielrein. El “caso” Spielrein, como otros, ciñe el nudo ciencia, política y cultura (CPC para nombrarlo como Graciela Musachi) que articula un psicoanálisis.
La bibliografía consultada es solamente alguna de la que se encuentra en castellano y que es muy poca. Hasta la fecha contamos solamente con la traducción de “La destrucción como causa del devenir” (está publicada en elhilodeariadna.com, volumen 7, sección: pensamiento) realizada del italiano por iniciativa de Carolina Hermo y Curt Hacker (que actualmente están realizando una traducción del texto en alemán). La obra completa de Spielrein está publicada en alemán por Ediciones Kore pero no contamos con la traducción de otros textos escritos por Sabina Spielrein. En 1996, ediciones Siruela editó, en la colección Libros del Tiempo (nº 87), SABINA. Una novela biográfica. El autor es el escritor noruego Karsten Alnaes quien incluye al final de la novela las fuentes de información utilizadas y en un anexo actualiza la misma en función de nuevos documentos encontrados. Alnaes también anota algunas de las polémicas suscitadas en la comunidad psicoanalítica (y fuera de ella) cuando el psicoanalista junguiano Aldo Carotenuto publica en 1980 los diarios de Sabina Spielrein que le fueron entregados en 1977 (estos documentos aparecieron en el sótano de lo que fuera la sede del Geneva Institute of Psycology). Según reseña el psicoanalista neoyorquino Zvi Lothane (en In Defense of Sabina Spielrein (1996b) International Forum of Psicoanálisis) es Carlo Trombetta, el biógrafo de Édouard Claparède, quien le comenta a Carotenuto que había encontrado en Ginebra una caja que contenía diarios íntimos y cartas de Sabina Spielrein. La publicación de los documentos de Spielrein en 1980 actualiza viejos debates de la comunidad analítica. Por ejemplo el psicoanalista italiano Johannes Cremerius (en Sabina Spielrein, una vittima precoce della professione psicoanalitica. Per una preistoria del movimento psicoanalitico. Tratto da Forum der Psychoanalyse, Springer 1987, pp.127-42) critica la política institucionalizada del psicoanálisis mostrando el “caso” de Sabina como la primer víctima del movimiento psicoanalítico, cito. “I documenti presentati mostrano come S.Spielrein divenga vittima di questi interessi di politica di potere da parte di Freud … (…) Nel congresso che si tiene poco dopo a Norimberga, nel 1910, non vi sono più tracce ma segni marcati, visibili per ognuno, di potere. Il nome che qui Ferenczi crea in accordo con Freud "movimento psicoanalitico", segnala la rottura in questa nuova era. Il movimento psicoanalitico come strumento di potere, doveva presto esperire il destino di ogni movimento di natura politica o religiosa, che lotta per l'instaurazione e la conquista d'un potere, che vuol difendere le sue idee dai mutamenti e dal passato, dietro le mura di un'istituzione. Per acquisire potere, come ho notato altrove, Freud e dopo di lui i funzionari del potere, hanno dovuto adattarsi, addivenire a compromessi e prepararsi ad alleanze profane e ad ambigue complicità.”E incluso afirma que los miembros del grupo de Viena así como también Jones y Abraham (violenti avversari di Jung e critici dell'associazione zurighese) presionaron a Freud para “destronar” a Jung utilizando como argumento la escandalosa relación con Spielrein. De allí que Freud conforme el comité secreto dejando fuera a Jung, presidente de la Asociación internacional psicoanalítica. En cambio el psicoanalista Zvi Lothane, a partir del material publicado en 1994 (cartas, diarios, historia clínica, etc.) se opone a toda la literatura secundaria a la publicación del libro de Carotenuto con respecto a lo sucedido entre Jung y Spielrein y la supuesta influencia negativa que esto ejerció en la relación con Freud.

1.Según Zvi Lothane en sus últimas investigaciones.
2.Utilizo el término affaire pues alude al equívoco, a mi entender, “político-amoroso” que se juega en la relación “Jung-Spielrein” y que se puede leer en las polémicas actuales (por ejemplo el psicoanalista italiano Johannes Cremerius en Sabina Spielrein, una vittima precoce della professione psicoanalitica. Per una preistoria del movimento psicoanalitico. Tratto da Forum der Psychoanalyse, Springer 1987, pp.127-42)
3.Este dato está tomado de Jhon Forrester en su libro Las mujeres de Freud. Pero según Zvi Lothane, cuando Sabina ingresa al Burghölzli la atiende el mismo Bleuler quien no diagnostica ninguna psicosis, sino que se trata de una idea posterior de Jung en 1907.
4.Ver Peter Gay, Freud. Una vida de nuestro tiempo.
5.Ver Conversaciones con Piaget. Onceava entrevista. “La memoria. El rapto de Jean Piaget” pág. 213.
6.Estos son datos que John Forrester toma de J. Kerr.
7.Ver E. Roudinesco La batalla de los cien años.

 

Beatriz Gez
Julio 2004

 

 
Billinghurst 901 (1174) Ciudad de Buenos Aires. Tel.: 4861-6152 / Fax: 48637574 / descartes@descartes.org.ar