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La función olvidada del superyó


Beatriz Gez

Con el término “tránsfuga”, Jacques Lacan define el humor en su escrito, de 1960, “ Kant con Sade”; y resume en él “la paradójica –sino traicionera- función del superyó en la Einstellung (actitud) humorística” (1). Jacques Lacan introduce el texto advirtiendo primero que él no acuerda con las tonterías que se dicen respecto de que la importancia de Sade radica en que su obra “se adelante a la de S. Freud respecto del catálogo de las perversiones”, sino que señala que la pertinencia de tomar dicha obra, para el psicoanálisis, se debe a que muestra muy bien el ascenso durante el siglo XIX del tema de la “felicidad en el mal”. Pues es ello, conjetura Lacan, lo que le permite a Freud “enunciar su principio del placer sin tener siquiera que señalar lo que lo distingue de su función en la ética tradicional”.

Lacan subraya las paradojas del “hombre del placer”, del hedonista, proponiendo que la Filosofía del tocador de Sade da la verdad de la Crítica de la razón práctica de Kant. Entonces, formula “kantianamente” la máxima que “da su regla al goce” implícita en el “panfleto” sadiano: “Tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quienquiera, y ese derecho lo ejerceré, sin que ningún límite me detenga en el capricho de las exacciones que me venga en gana saciar en él ...”

Lacan califica de humor negro el consentimiento a esta regla “para todo ser razonable” y retoma la definición freudiana del humor en estos términos: “si hay algo a lo que nos ha avezado la deducción de la Crítica, es a distinguir lo racional de la suerte de razonable que no es sino un recurso confuso de lo patológico, sabemos que el humor es el tránsfuga en lo cómico de la función misma del superyó. Lo cual, para animar con un avatar esa instancia psicoanalítica y arrancarla a ese retorno del oscurantismo en el que se afanan nuestro contemporáneos, puede asimismo realzar la prueba kantiana de la regla universal con el grano de sal que le falta.” (1)

En este párrafo Lacan que esa función (humorística) del superyó reabre el debate sobre esta instancia como lo manifiesta Sigmund Freud en su texto de 1927 sobre “ El humor”, y le otorga al mismo tiempo un relieve que los psicoanalistas de la época habían reducido, simplificándolo hasta el oscurantismo.

Esta función olvidada del superyó llega hasta nuestro tiempo a pesar que es por esa vía que Sigmund Freud intenta modificar la perspectiva moral de la que gozaba la misma al tiempo que destacará una función “ética”. Freud insiste en que el humor logra “no abandonar el terreno de la salud psíquica” al tiempo que se pregunta: ¿Cómo es posible tal hazaña?: “consiste en que la persona del humorista ha retirado el acento psíquico de su yo para trasladarlo al superyó. A este superyó así inflado, el yo puede parecerle insignificante y pequeño, triviales todos sus intereses, y ante esta nueva distribución de las energías, al superyó le resultará muy fácil contener las posibles reacciones del yo.” Esto plantea de inmediato varios interrogantes: por ejemplo, ¿cómo es posible que esta exaltación de la instancia superyoica no sea “melancolizante”? (2)

En el seminario de La ética del psicoanálisis Jacques Lacan da una respuesta posible cuando afirma que la Crítica de la razón práctica es un libro “extraordinario desde el punto de vista del humor” (3). Pues, si el imperativo categórico kantiano: “actúa de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda siempre valer como principio de una legislación universal”, responde a que el fundamento de la ley moral, para el sujeto de la razón, debe hallarse – según Kant- en la pura forma de la Ley, excluyendo de parte del sujeto que obedece a ella toda sanción proveniente de, lo que Kant denomina, lo “patológico” (lo razonable decía Lacan), de los afectos que tal acción moral pueda inspirar: piedad, compasión, contento. Esta sustracción del afecto del sujeto de la razón práctica obedeciendo a la Ley moral sólo en virtud de su forma pasible de ser universalizable, produciría el mismo efecto grandioso y exaltante que el ahorro de afectos penosos que produce el humor. Por otra parte, si el humor viene a introducir un grano de sal en el imperativo kantiano, es porque revela siempre un sujeto de la razón en desarmonía con el imperativo categórico, uno de los nombres, por otra parte, que Lacan da al superyó.

Dicho texto también da una nueva perspectiva al texto de Freud de 1915 “Duelo y melancolía” cuya formulación está en las antípodas de la función liberadora, al servicio del “triunfo del narcisismo y del principio del placer”, que el humor propicia, según Freud a través de la acción del superyó. Consiente de ella, Freud escribe: “Si es realmente el superyó, quien por medio del humor consuela tan cariñosamente al intimidado yo, ello nos demuestra que aún tenemos mucho que aprender sobre la esencia del superyó”. (2)

Lo que conduce a Deleuze a una afirmación discutible y provocativa: que el humor es masoquista, en tanto, desvía las consecuencias de la Ley en su provecho, sorprendiéndonos allí donde debería sufrir. (4)

 

Referencias

1 – Jacques Lacan, “Kant con Sade”, Escritos Tomo 2, Siglo XXI, Buenos Aires, 1987.

2 – Sigmund Freud, “El humor”, Obras Completas, Tomo III, Biblioteca Nueva, Madrid, 1981.

3 - Sigmund Freud, “Fetichismo”, Obras Completas, Tomo III, Biblioteca Nueva, Madrid, 1981.

4 – Gilles Deleuze, Presentación de Sacher Masoch. Lo frío y lo cruel, Amorrortu /editores, 2001. (Editions Minuit, París, 1967).

 

Bibliografía  

1 – Jacques Lacan, El seminario, Libro 7; La ética del psicoanálisis (1959-1960), Ediciones Paidós, Buenos Aires –Barcelona – México, 1988.

2 – Sigmund Freud, “Duelo y melancolía”, Obras Completas, Tomo II, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973.

3 – Jacques Lacan, El seminario, Libro 17; El reverso del psicoanálisis (1969-1970), Ediciones Paidós, Buenos Aires –Barcelona – México, 1992.

4 – Marqués de Sade, La filosofía del tocador, CS ediciones, Buenos Aires, 1995. Prólogo de Georges Bataille: “Sade y la moral”.

5 – Manuel Kant, Crítica de la razón práctica, Colección Austral, Espasa-Calpe SA, Madrid, 1981.

6 – Jacques Alain Miller, “Clínica del superyó”, “Teoría de los goces” y “Hacia una clínica cínica”, Desde Lacan: Conferencias porteñas Tomo 1, Ediciones Paidós, Buenos Aires –Barcelona – México, 2009.

7 – Oscar Masotta, Lecturas de psicoanálisis Freud /Lacan (Clases dictadas de 1975 a 1979 en Barcelona), Editorial Paidós, Buenos Aires – Barcelona – México, 1992.

 

 
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