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Una lectura de Más allá del principio del placer

por Bruno Masino

Durante el año 2017 el equipo temático Consecuencias clínicas de las tesis de Jacques Lacan sobre el lenguaje, a cargo de Alicia Alonso (e Integrado por Leonor Curti; Virginia Giraldi; Margarita Parapugna; Leonel Ramellini; Natalia Recalde; María Verónica Ríos; Verónica Valdés; Rosalía Vázquez; Bruno Masino; y otros), desarrolló una lectura de Más allá del principio del placer, autor Sigmund Freud, publicado por primera vez en 1920 en Leipzig, Viena y Zurich por la Internationaler Psychoanalytischer Verlag. Fueron 60 páginas en su primera tirada.


Optamos por una lectura de Mas allá del principio del placer que no diera nada por sabido, así como por la posibilidad de leer a Freud abriendo las referencias y acudiendo a otras lecturas, incluso a otros trabajos de Freud. La idea para leer fue no acudir a ninguna consigna o frase hecha que pudiera generar un cierre o clausura.

Me interesa en este comentario, situar dos claves de lectura.

    El valor específico para el modelo teórico de Sigmund Freud del segundo dualismo pulsional y la compulsión a la repetición, es decir, el impacto en la estructura interna de su sistema de pensamiento de estos dos objetos teóricos; y 2) “El uso trópico de la biología”, siguiendo en este caso el argumento de Harold Bloom, y breves menciones a otros autores.

 

¿Cómo leer el impacto de este texto, en el que el lenguaje con el que se plantea la teoría se modifica en algunos de sus términos, introduciendo nuevas figuras para articular el pensamiento propiamente psicoanalítico, la segunda tópica, (y la tópica económica)?

Propongo un catálogo de ideas armado con la siguiente secuencia: lo que comienza en 1905 con los “Tres ensayos de teoría sexual” continúa en 1914 con “Introducción del Narcisismo” y tiene una conclusión en 1920 con el artículo en el que se introducen: la compulsión a la repetición, más allá del principio del placer, y la pulsión de muerte: objetos de reflexión; aproximaciones a conceptos que para su propio autor arrastran siempre una equis, un sesgo que causa en el sistema la imposibilidad de una consistencia totalizante.

En 1905, en el marco de los tres ensayos, Freud construye la pulsión sexual, cuya incidencia a nivel del modelo es crucial. Son necesarias dos tipos de pulsión en conflicto para la explicación etiológica de los síntomas.

Partiendo de la psiquiatría de su época, llega a ideas inéditas e iconoclastas, que ofrece Freud a la ciencia de su época en la forma de un método para tratar neurosis.

Cuando escribe, Freud, no duda en manipular (forzar, o hacer cambiar de signo) llevando la operación con el lenguaje hasta cierto extremo. Rastreando las “fuentes de la sexualidad infantil” incluye por ejemplo a las excitaciones mecánicas.

Dice Freud en la página 183 del tercer ensayo: “…Es evidente que la compulsión a establecer ese enlace entre el viaje por ferrocarril y la sexualidad proviene del carácter placentero de las sensaciones de movimiento. Y si después se suma la represión, que hace que tantas de las predilecciones infantiles den un vuelco hacia su contrario, esas mismas personas reaccionarán en su adolescencia o madurez con náuseas si son mecidas o hamacadas, o bien un viaje por ferrocarril las agotará terriblemente, o tenderán a sufrir ataques de angustia en caso de viajar y se protegerán de la repetición de la experiencia penosa mediante la angustia de ferrocarril.” 1

Una página antes escribe sobre los dos tiempos de la elección de objeto: “…La no confluencia de las dos corrientes tiene como efecto hartas veces que no pueda alcanzarse uno de los ideales de la vida sexual, la unificación de todos los anhelos en un objeto.”2

Estos párrafos contienen los aspectos centrales para explicar el síntoma freudiano a partir del primer dualismo pulsional: las dos corrientes que no confluyen (la autoconservación y la sexualidad), la necesidad de dos tiempos y una forma particular de implicación del cuerpo, al que podemos ubicar entre representación y “solicitación somática”, es decir, la fuente.

Es interesante señalar también en estos párrafos el uso de la palabra compulsión en 1905 para describir un modo de enlace entre una representación y una fuente en este ejemplo la sensación de movimiento; el balanceo rítmico que sufre un cuerpo. Represión mediante esto podrá virar al sentido opuesto, tomando de nuevo el cuerpo como escenario de un deseo reprimido, pero ya en forma de síntoma.

La angustia de ferrocarril indica una vía hacia todo aquello que en Más allá del principio del placer tomará a la neurosis traumática como objeto de reflexión y demostración.

Cito: “…la neurosis traumática histeriforme grave se produce por sumación de terror y sacudimiento mecánico. Al menos puede suponerse que estas influencias, que en intensidades mínimas pasan a ser una fuente de excitación sexual, en medida excesiva provocan una profunda conmoción del mecanismo o quimismo sexuales.”3

Leemos aquí la prefiguración de la idea de una barrera anti estímulos que puede ser perforada según la intensidad del estímulo que reciba. El impacto en la representación, deriva en una especie de rotura del aparato. Esta es el boceto de ese organismo unicelular maquetado en 1920.

En su curso de 2005, Actualidad del trauma, Germán García orienta la pregunta a la cualidad mas singular que tiene este enlace entre representación y fuente:

¿… Cómo es posible que una misma experiencia perceptiva, por cenestesia, si queremos decirlo así, pase a ser provocada por unas imágenes que no tienen nada que ver con lo que la produjo? “ 4

Si seguimos el desarrollo de García la pregunta nos orienta hacia la identidad de percepción, o sea, el fenómeno del aparato en el que se repite una percepción más allá del objeto que la produce. La repetición será fuera de la representación, o no será aquello que Freud llama en Mas allá del principio del placer, wiederholungszwang.


En 1905 la retórica de Freud tenía en vista ciertos temas, pero no había hecho surgir explícitamente, un objeto tan paradójico como el que resulta de un cuerpo vivo que busca su propia muerte y encuentra en ello satisfacción. Para captar el momento crítico del sistema debemos examinar “Introducción del Narcisismo”, de 1914, que es la forma en la que Freud plasma la imposibilidad de seguir pensando en términos del primer dualismo.


A nivel metapsicológico, la evidencia clínica demuestra a Freud que no se puede mantener al yo fuera de la serie de objetos libidinalmente investidos. Psicosis, perversiones, elección homosexual de objeto, hipocondría, dolor de muelas, etc.

Este paso de la secuencia es justo aquel en el que el primer dualismo pierde su eficacia explicativa.

A nivel político el texto de 1914 encierra el nudo de la pelea con Jung y su entendimiento monista del aparato psíquico. En una deducción segunda, la tesis monista, obliga a introducir una teorización sobre el cuerpo. Derivas del problema pulsional que nos llevan por deducción (si se me permite el término) al problema del simbolismo, que es otra vía de lectura en la que no voy a entrar.

La captura del sujeto en una serie de imágenes (fenómeno que ocupa a Freud tanto en el 14 como en el 20) provoca un efecto en el cuerpo. ¡Pero atentos! Ya que la consumación de identificaciones no trae como consecuencia una teoría que interprete de forma fija y literal al cuerpo en su relación con el lenguaje y con las imágenes. No hay meta-figuración.

La opción de Freud es la biología como un discurso que usa para argumentar, sobre el que se apoya y con el que intenta mantener una discusión entre contemporáneos. Encuentra en esta teoría la doble vía (ontogénesis y filogénesis) y la imposibilidad de asignar al cuerpo un sentido fijo.

No puedo evitar en este punto un párrafo De un silabario a posteriori:

No es de ninguna manera que lo imaginario sea para nosotros lo ilusorio. Bien al contrario, le damos su función de real al fundarlo en lo biológico… En lo cual somos en el psicoanálisis fieles a la pertenencia que se siente en la necesidad de distinguir muy tontamente con el término de biológica, para oponerla a un culturalismo al que pretendemos no contribuir en nada… Biologizar en nuestro campo es hacer entrar en él todo lo que hay de utilizable para ese campo de la ciencia llamada biológica, y no solo apelar a algo de lo real que sea vivo.5

 

Repetimos, no solo…algo de lo real que sea vivo, pues parece ser el punto que finalmente encontramos en Más allá del principio del placer: un más allá de la vida que presenta serias dificultades para ser planteado.

El texto parte de ejemplos clínicos en los que Freud detecta la voladura de su principio de regulación básico de la energía psíquica: el Principio de placer/displacer ya no se sostiene. La compulsión a la repetición no solo no traerá ningún placer, sino que históricamente no ha producido ningún placer jamás. Nuevamente nos encontramos con dos tiempos necesarios en la constitución del síntoma, sin embargo, a partir de 1920 lo que aislamos es el carácter conservador de la pulsión que en su camino hacia la satisfacción siempre intenta el reestablecimiento de un estado anterior.

Reflexionando sobre la muerte en torno a organismos unicelulares de laboratorio, y en comentario de las ideas del biólogo alemán August Weismann (que murió en 1914), Freud buscará en los estudios de este último una analogía para su nuevo dualismo, en tanto la distinción entre un soma (mortal) y un plasma germinal (inmortal) sirve para reflejar esta doble tendencia, la de algo que tiende hacia la muerte y otro elemento que avanza hacia la unión y multiplicación de lo vivo.

Freud cita a Ewald Hering para situar nuevamente dos procesos metabólicos que vuelven a funcionar como analogía del segundo dualismo. Ensaya una transferencia de las teorías de las células a la teoría de la libido. Imaginaríamos entonces que las pulsiones de vida o sexuales, activas en cada célula, son las que toman por objeto a las otras células, neutralizando en parte sus pulsiones de muerte… 6.

Además en este mismo pasaje, declara narcisistas a las células germinales y a las células de los neo plasmas malignos que destruyen el organismo, mostrando su destreza argumentativa y sin solución de continuidad es aquí donde apunta: De tal suerte, la libido de nuestras pulsiones sexuales coincide con el Eros de los poetas y filósofos, el Eros que cohesiona todo lo viviente”. 7

Esta no es una solución que Freud inventa fuera de cualquier tradición de pensamiento. Giovanni Reale nos enseña en su libro Eros, demonio mediador al analizar el discurso del médico - naturalista de El Banquete, que Eros funciona en una larga tradición de pensamiento como un principio universal. Dice Reale: Desde las concepciones platónicas y aristotélica de Eros se llega en línea recta a los neoplatónicos y al cristiano Pseudo - Dionisio Areopagita, quien intentó reconciliar el Eros pagano con el Ágape cristiano, considerando a ambos como fuerza divina y universal. Las teorías del Eros universal se transmiten de estos pensadores a Dante, a los filósofos escolásticos y los poetas del siglo XIX reavivan el concepto.8

Anticipo así la ultima entrada de este comentario. Se trata del aporte que podemos extraer del articulo publicado en la Revista Descartes 24/25 escrito por el crítico literario neoyorquino Harold Bloom. “Freud y lo sublime: Una teoría catástrofe de la creatividad.”

Creo que este artículo tiene la virtud de revelar la forma de construcción de Más allá del principio del placer, la arquitectura de palabras que resultan en la articulación del objeto. Según Bloom, Freud hace un uso trópico de la biología. Utiliza el discurso (Reale diría la máscara) del biólogo para demostrar en su argumentación un punto mas allá de la vida, trans-biológico y metapsicológico.

Freud escribe dando forma a un objeto cuyas figuras retóricas, sus tropos, se exhiben mientras se disuelven. Por el uso de la citas en la construcción de su tema, Harold Bloom dice que la teoría de Freud está herida por lo sublime, marcada por lo extraño o lo demoníaco.

Bloom indica que la cita a La Jerusalem Liberada de Torquato Tasso (página 22 de “Más allá…) marca la entrada de Freud a lo sublime. Dice Bloom: “Cuando Freud escribe el fin a que todo ser vivo se dirige es la muerte, hiere a su figuración de la pulsión de una manera verdaderamente sublime o extraña9. Según Bloom, Freud va matando sus tropos predilectos, las figuras con las que había construido su teoría y da un salto cualitativo desde el impulso de restaurar un estado anterior puro, al apotegma de que “el propósito de la vida es la muerte”.

Interesante maniobra de Freud, que establece una serie poniendo en continuidad ciertas formas de la neurosis con la figuración poética universal (Tasso en esta cita), buscando un anclaje para la compulsión de repetición, y ejemplos de ésta en la literatura clásica.

Quizá Freud al igual que el filósofo irlandés Edmund Burke, sabía que lo sublime (aquello que supera nuestro pensamiento o nuestra capacidad de representación) tanto puede ser muy pequeño como inmensamente grande10 y esta figura, lo pequeño sublime, encaja muy bien con lo que se puede llegar a escuchar en nombre del psicoanálisis.

 


1 Freud, Sigmund, Obras Completas, tomo VII. “Tres ensayos de teoría sexual”. página 183. Amorrortu Editores 2001.
2 Freud, Sigmund, Obras Completas, tomo VII. “Tres ensayos de teoría sexual”. página 182. Amorrortu Editores 2001.
3 Freud, Sigmund, Obras Completas, tomo VII. “Tres ensayos de teoría sexual”. página 184. Amorrortu Editores 2001.
4 Garcia, Germán “Actualidad del trauma” . página 45. Grama Ediciones 2005.
5 Lacan, Jacques, Escritos, tomo II. “De un silabario a posteriori…”, pag. 702. Siglo XXI editores. 2002.
6 Freud, Sigmund, Obras completas tomo XVIII. “Más allá del principio del placer” pag. 49. Amorrortu editores, 2001.
7 Freud, Sigmund, Obras completas tomo XVIII. “Más allá del principio del placer” pag. 49. Amorrortu editores, 2001.
8 Reale, Giovanni: “Eros demonio mediador. El juego de las máscaras en El Banquete de Platón”, pag. 97. Herder editorial, 2004.
9 Bloom, Harold: “Freud y lo sublime: Una teoría catástrofe de la creatividad”, página 135. Revista Descartes 24/25. Otium Ediciones, 2015

10 Eagleton, Terry: “Sobre el mal”, página 60. Ediciones Teotihuacán, 2015.

 

 
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