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El cuerpo de una mujer, lo sagrado y lo sacrílego

Esmeralda Miras

El cuerpo de una mujer, lo sagrado y lo sacrílego .

Entre lo perecedero, que en su escrito sobre el tema Freud mencionará como lo sacrílego y lo se da a durar, como lo sagrado, se inscribe un fenómeno argentino de los años cincuenta. La decisión de embalsamar el cuerpo de Eva Perón.

No es común que se embalsame el cuerpo de una mujer, por esos tiempos y en estos lugares. Claro que Evita, nuestra bella Nefertitis pampeana, no fue una mujer común.

Cuerpo embalsamado. Cuerpo político. Cuerpo del régimen, cuerpo no obstante de mujer que llevó a una serie de escritores desde la ficción a buscar verdades allí. Encontré dos referencias de Lacán al cuerpo embalsamado que me permitieron alguna reflexión desde el psicoanálisis y un trabajo de Girad Wajcman sobre cuerpos plastinados que me abrió a una perspectiva diferente, la del extremo dominio de la ciencia, que puede llegar hasta lo horroroso.


Lo Sacrílego y lo sagrado.

Encuentro en Freud un artículo que se llama Lo perecedero, dónde dice que se hallaba caminando en una campiña en tiempo estival, fascinado con la belleza de las flores y el paisaje en general. Iban con él dos poetas a los que no podía hacer participar de su entusiasmo. Ellos, opinaban que esto que hoy se ve maravilloso mañana ya no estará. Freud insiste diciéndoles que por fugaz no es menos hermoso pero como no logra convencerlos, se pregunta que ocurre con la gente ante lo perecedero. Dirá que las personas reaccionan ante ello, de dos maneras diferentes, la amargura como la de sus compañeros poetas, ó, la rebeldía, considerándolo insensato y sacrílego. Pero agregará que para tal aflicción es necesario un duelo previo.

Cuenta que poco después fue la guerra y con la guerra no solamente se destruyeron las flores de la campiña, sino las esculturas que adornaban los jardines, los edificios linderos, y hasta el orgullo. Su propio orgullo. Freud dice en ese momento que sin embargo si contamos con suficiente vitalidad y tiempo, podríamos volver a creer en la validez de lo perecedero. Poco después, escribirá, Duelo y melancolía.

Investigando las referencias en Lacán sobre el tema de los embalsamamientos leo el mito de Osiris por Plutarco. Él ha recibido esta historia por vía oral de griegos que estuvieron en contacto con egipcios. Es sorprendente hallar que Plutarco plantea a los mitos como perecederos. En el relato, le cuenta la leyenda de Isis y Osiris a Clea y le confiesa que teme generar una catarata de ateos ya que, algunos ven a Osiris en los astros, otros, volviendo año tras año en la humedad del Nilo desbordante. Río simiente desde que los peces tragan su falo embalsamado. Hay tantas versiones, reflexiona Plutarco, diferentes en cada región, que se vuelve la historia relativa y el mito no es más, va a decir, que, lo que a la gente le sirve para su pensamiento. El mito entonces, según Plutarco será eficaz, espacial y temporal.

También Lacán en La dirección de la cura, que es cuando dice del falo embalsamado y perdido de Osiris escribe que el desarrollo del significante se va a detener como insignificante, ante el signo. Signo que viene desde el cuerpo como jirón sangrante. Ese universo significante pierde algo, en un signo, que será entonces, significante de la falta.

Los tres, Plutarco, Freud y Lacan nos advierten que no es conveniente pensar al universo cerrado. Mítico, religioso, de discurso, será fallado. Nunca será absoluto. Señalan hacia el agujero en el Otro.

Pero que pasa con el embalsamamiento de Evita, quiero incluirlo dentro de este contexto de ideas.


Algo de literatura sobre Evita embalsamada

Este fenómeno es relatado por diferentes escritores que en su literatura nos hacen escuchar desde sus personajes voces contrapuestas.

Tomás Eloy Martínez, elige el camino de la ficción porque declara que en este tema no hay otra historia posible, que a diferencia de sus otras novelas históricas que se apoyan en testimonios supuestamente reales en este caso su intervención estuvo invertida, no hay otro terreno para llegar a ella. Escribe entonces Santa Evita pero no ahorra detalles de las vejaciones y violaciones que la fascinante momia recibe en su peregrinaje.

Néstor Perlongher en Evita vive - escritura maldita- ubica a la heroína en prostíbulos de la calle Reconquista, en el mundo de las drogas, del erotismo y la pornografía junto con el reconocimiento de una mujer virgen en lo inexplorada, santa, bondadosa que da más allá de lo necesario. Una u otra pero volviendo, viva, cada vez.

Rodolfo Walsh, escribe Esa mujer. Esa mujer es mía, hará decir al coronel: “Le cortamos un dedo, tantito así, como para identificarlo”.

Jorge Angel Pérez, en Fumando espero, crea a Virgilio, personaje que quiere trascender físicamente embalsamado por Ara y como Eva le gana de mano, trata de destruir a la momia.

Finalmente es el mismo Doctor Pedro Ara, el embalsamador, quién escribe un texto que dice testimonial, citando al Leteo y la fugacidad de la vida. Dirá que para su obra se inspira en la Fuente del Destino de Sttugart, en una cuarteta escrita allí, “De la oscura fuente del destino, brota la mudable fortuna, hoy eres grande y poderoso, mañana estás a merced de las olas”. Sin embargo, el anatomista, dedicará años, desde julio del 52 hasta el golpe del 55, a cuidar minuciosamente el cuerpo embalsamado, al que dice haber plastificado y tratado con diferentes substancias, a tal punto que nada en él falta, sano o enfermo, ni es perecedero, al que recubre personalmente con una túnica que hace confeccionar por una amiga española y así cierra el producto acabado con un broche. Pero confiesa luego que ante la inminencia del golpe, entre tanques y fusiles que atosigan la calle, va hasta el segundo piso de la CGT, santuario de Eva, para arrancar el broche del ropaje. No sea que se lo considerase de un valor incalculable.

Estos autores resaltan lo fascinante del personaje embalsamado, perfecto, perdurable, vivo aún muerto. Pero al mismo tiempo, todos ellos hacen movimientos tendientes a destruir, devaluar, hacer un corte en la esfera. Muescas en lo completo.

 

Las ideas de Wajcman sobre los cuerpos plastinados .

Un médico alemán Von Haguen, mediante una técnica que el llama moderna, presenta una muestra de cuerpos plastinados que el año pasado llegó a Buenos Aires y tuvimos en el Abasto, cuando pasó por Bruselas años atrás, Girad Wajcman escribe sobre este fenómeno llamado de arte pero con mucho de mercado. La preocupación mayor sin embargo, para el autor del trabajo, publicado en la revista Elucidación Nº 2, es que este señor que expone en nombre del arte, las luces y la democracia es un discípulo de la ciencia Nazi. Exalta el cuerpo de la especie como cuerpo bello, gimnástico, pero sobre todo como no perecedero, cuerpo que podrá llegar intacto hasta el juicio final. Cuerpos limpios, sin carroña. Extremadamente naturalista dice y en una posición de antípodas con Baudelaire quién escribirá poesía a partir del desecho.

La ciencia para Haguen, vence finalmente lo podrido pero según Wajcman muestra en una identificación inmediata los vivos a la muerte. Invirtiendo los puntos en un juego horroroso. “Yo era esto que tu eres, yo soy esto que tu serás”. Siempre acentuando el qué somos, nunca el quiénes somos. Cuerpo objeto. Envoltura somática del cadáver que somos. Poco tranquilizador acota el autor.

Horror de la ciencia.

 

Finalmente,

Es en el comentario sobre esta costumbre de morir que tenemos los hombres y en sus menciones de lo podrido que Lacán le hace investigar a su hija, como comenta en el seminario 25, sobre el tratamiento de las momificaciones de los egipcios. Él trata en ese momento de tejidos y superficies, del cuerpo como piel que contiene órganos que lo amueblan, superficie, con un vacío habitado, contrastando con el cuerpo esquelético de los egipcios, momia, del griego, lo que impide lo podrido. Dejará para el discurso de la ciencia un real que no se pudra, los humanos elucubramos desde el moho nos dirá Jaques Alain Miller en Un esfuerzo de poesía.

Graciela Musachi en “Pobre de nosotros” tomando del Seminario XXIII, un apartado que selecciona y comenta nos acerca a ese cuerpo bolsa que no puede ser anudado como uno. Un cuerpo que puede ser adorado como única forma de acercamiento, con consistencia solamente imaginaria, pero para el que somos débiles de pensar y sentimos como otro, como extraño.

Puedo decir como hipótesis conclusiva que ese cuerpo embalsamado fue expresión política, pero también expresión de una concepción de la ciencia de la época.

Todas las biografías consultadas , muchas y de miradas a veces en conflicto coinciden en que fue Perón el que contrató a Pedro Ara diciéndole que la propia Eva había manifestado su deseo de no consumirse bajo tierra. Ese dato es de su testimonio, lo que afirman los que asistían a Evita los últimos días, es que ella, solicitó para después de muerta, un cambio de maquillaje en sus uñas.

La planificación humana, la armonía entre la ciencia y la naturaleza, son ideas escritas en las obras de Perón.

Sin embargo, más allá de esto, Evita perdura y perdurará, mientras su mito sea eficaz, me parece, por sus ideas. La desnaturalización de la pobreza y la necesidad de la inclusión masiva de la mujer en la política.

Ella, calculando que no cerraría como una, tomo la frase de Dios, Castiñeira de…, “volveré y seré millones”.

 

 

 
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