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La actualidad de inhibicón síntoma y angustia.*

por Germán A. Schwindt

 

Múltiples aristas.

Cuando nos referimos a Ciencias Cognitivas este programa se inserta en una serie de rupturas en diversos campos tales como psicología experimental, lenguajes artificiales, epistemología, filosofía analítica, lingüística, neurobiología, antropología. Rupturas que comienzan no en un solo movimiento en los diversos campos, pero que dan su inicio en la primera mitad del siglo pasado. Estos desarrollos suponen el montaje de una extensa red de investigadores, y como notaran por las disciplinas que los componen, de una diversidad temática considerable. Lejos muy lejos de esto, pese a utilizar la sininomia de la palabra cognición, se encuentra el objeto de las T.C.C. En otras palabras tienen poco o nada en común los problemas de los científicos cognitivistas de los de los terapeutas cognitivo comportamentales. La supuesta terapéutica no es una rama aplicada del programa de esta ciencia en ciernes.

El programa de las ciencias cognitivas definido por Howard Gardner en su libro “La nueva ciencia de la mente”, también denominado la revolución cognitivista, para una primera aproximación es: “defino ciencia cognitiva como el empeño contemporáneo de base empírica por responder a los interrogantes epistemológicos de antigua data, en particular los vinculados a la naturaleza del conocimiento, sus elementos componentes, sus fuentes, evolución y difusión.”, aclarando que hay ciertas aplicaciones del alcance del sistema que se aplican a seres animados e inanimados tanto humanos como no humanos.

Para caracterizar e intentar agrupar esta multiplicidad Gardner da una serie de sesgos, a los cuales aclara que no adhieren todos los cientificos cognitivistas, pero que a grandes rasgos permiten una aproximación. Las propiedades que definen el conjunto de las ciencias cognitivas son así:

a.- El problema de la representación mental separado de los niveles biológico-neurológico y sociológico-cultural.

b.- Al referir a la mente humana –dado que hay otras mentes -, toma de modelo los lenguajes artificiales.

c.- Deja de lado por ser elementos que introducen una complicación innecesaria, la influencia de afectos o emociones, la contribución de elementos históricos y culturales, el papel del contexto o de los antecedentes en los cuales se desenvuelven determinadas acciones o pensamientos.

d.- Los estudios son de carácter mayormente interdisciplinario – entre los campos antes nombrados – con la orientación de tender a un progresiva dilusión de sus diferencias. Son terminates, apuntan a la consolidación de una ciencia cognitiva única.

e.- La tradición filosófica a la que refieren es la occidental

Este anhelo unificador, tampoco debe ser incluído por no devenir en una terapéutica, como una nueva corriente filosófica.

Por su parte las terapias cognitivas, ubican a la “estructura del significado” como elemento nuclear y ubican esta estructura del significado en el cerebro. A efectos del desarrollo biogenético y del aprendizaje donde lo mental es un epifenómeno de la realidad neurobiológica, y el problema de la representación intenta ser reducido por medio de un uso instrumental del lenguaje - comunicación. El déficit pasa a ser llamado error cognitivo.

Muy distinto viene a ser esta cuestión epistémica para las ciencias cognitivas, por ejemplo con el modelo analógico mente – lenguaje computacional – si se dedican a seguir a diversos autores notarán que hay una multiplicidad de teorías del lenguaje en discusión – esta analogía del funcionamiento computacional con el de la mente, es esclarecedor tener presente, la introducción que realiza Jesús Monsterín –Univ. Autónoma de Barcelona - en 1991, en la primera traducción al castellano del texto Intención de 1957 de G. E. M. Anscombe – discípula y editora de Wittgenstein, profesora de filosofía en la Universidad de Cabridge, ubicada en la filosofía analítica del lenguaje ordinario-. Monsterín discrimina tres períodos cronológicamente sucesivos, cibernética, lenguajes artificiales y ciencias cognitivas. Monsterín por su lado afirma que cada uno de estos períodos, ha prometido más de lo que ha logrado.

Si esto nos propicia un primer nivel de análisis de la conformación de las ciencias cognitivas, un segundo escalón podemos hallar en lo que Giovanna Borradori en su texto el Muro del Atlántico, da cuenta de que estos desarrollos con alta pregnancia empírica, no son plausibles de ser correctamente discernidos, si no se tiene presente la incidencia en los departamentos de investigación estadounidense, del Circulo de Viena –migrado casi en su totalidad en los años 40´ -, este se encontraba representado en particular por la corriente filosófica denominada Empirismo lógico, en pocas palabras, todo proyecto que no pasara por las consideraciones de base demostrativa lógica y/o experimental era ubicado como metafísica y por ende no había ni presupuesto, ni aval para el desarrollo de esas investigaciones, en lugares tan influyentes como Harvard, Princetown, Berkeley y Pittsburgh . Algo que enseña también acerca de la supuesta asepsia política en la ciencia.

Este muro según Borradori :”Después de renegar de su desarrollo trancendentalista y pragmatista, que la vio muy comprometida en los frentes público e interdisciplinario, la filosofía estadounidense cambió su rostro a partir de la Segunda Guerra Mundial. Respecto de la voluntad antimetafísica, que había impulsado a los representantes del Círculo de Viena a definirse como “científicos” más que como humanistas, el pensamiento filosófico del otro lado del océano se cerró a Europa, y sobre todo a las muchas corrientes de derivación existencialista y hermenéutica, todavía hoy tachadas de oscurantismo y nihilismo”.

El último escalón de análisis en que se subsumen los dos anteriores es el que se encuadra en el debate entre dualismos versus los monismos. Monismos que entre otros matices mantienen la anulación de categorías como sujeto-objeto, causa-efecto, ser-ente sostienen un enfoque naturalista - también denominados reduccionistas –; y por otro los dualismos llamados por contraposición antireduccionistas, los cuales sostienen que la especificidad ontológica de lo mental no es posible de ser explicada como epifenómeno de la conciencia.

Dispersión:

Las divergencias con respecto a la angustia nos permiten ilustrar la cuestión, dado que el uso del concepto es correlativo a la práctica que efectivamente se realiza.

Si la angustia se presenta como una emoción, como un signo, como un modo inespecífico de referir al malestar vital, como un ítem dentro de las modalidades de clasificación semiológica de la esfera afectiva, entra en una serie que por momentos diverge y por momentos converge con definiciones donde se superponen descripciones bajo términos diversos.

Ahí tenemos algunos como el afecto inapropiado – como correspondencia inadecuada entre un tono emocional y una idea- ; el estado de ánimo disfórico –si se pone el énfasis en la apreciación de la persona con respecto a la manera en que puede relatar una emoción subjetiva sostenida-; la ansiedad –en tanto la relación entre aprensión y peligro -; el pánico – como ansiedad aguda acompañada de temor -etc.

Pero primeramente nos interesa destacar una sustitución que se ha dado en la terminología clasificatoria de los trastornos en este ítem a través de las juntas de consenso, que dan forma a la clasificación de la Asociación Psiquiátrica Norteamericana, denominada DSM, con la saga que ha ido del DSM I en 1952 al DSM IV TR en el 2004.

Entre el año 1987 la versión revisada del DSM III en el capítulo indicado para los Trastornos de ansiedad incluía ya entre paréntesis (neurosis de ansiedad y neurosis fóbica) para luego comenzar con el primer subítem Trastorno por angustia (“panic disorder”) con o sin agorafobia. En el año 2000 en la versión IV de la tabla se realizó una separación, al evidenciar que las apariciones de la angustia no se avenían a un solo tipo clasificatorio dentro del total de los Trastornos de ansiedad, por lo que se agregó un apartado “no clasificatorio” para las denominadas en ese momento Crisis de angustia (panic attack), dentro de una tabla que debemos recordar había retirado el término neurosis, dentro de sus subdivisiones cada vez más abultadas. La versión 2004 del DSM IV TR realiza una nueva sustitución, política, de la terminología en juego, llama ahora Trastorno de pánico a aquella Crisis de angustia. En el transcurso de 24 años a nivel terminológico esta clasificación quita tanto las neurosis como a la angustia de su léxico.

Pese a la gran extensión de la utilización de tal clasificación debemos notar que tanto en la clasificación de la Organización Mundial de la Salud CIE 10, como en tratados de psiquiatría tan respetados como el de Kaplan y Sadock –de uso corriente en la formación de psiquiatras – se agrega al llegar a este punto que se ha retirado a la neurosis como concepto organizador, y que ser ha mantenido con cuidado esta clasificación bifronte para no molestar el gusto de los usuarios.

Justamente la angustia pasa a ser dimensional, por tornarse inclasificable al realizar el abandono del concepto de neurosis, es decir que no es posible de ser subsumida a un solo tipo de trastorno.

Así también tomamos nota que en el listado de los síntomas y signos con los cuales se encontraría un exámen semiológico de exploración clínica, ha desaparecido el término angustia y en su lugar se encuentran tales como pánico, ansiedad flotante, miedo –entendido como ansiedad -; correlacionándose de manera tal, que sólo estos términos, y no angustia aparecen en diversas escalas de evaluación.

Por otro lado a pesar del gran peso que han tomado aquellas propuestas sobre la universalización de la faz neurobiológica en la etiología de los trastornos mentales, si nos tomamos el trabajo de recorrer tal item, siempre se agrega sea cual sea el trastorno en juego la figura de la multicausalidad; por ende lo que se quita por la terminología descriptiva semiológica se reintroduce de modo general por las etiologías “psi”, para el caso nombradas como psicosociales, del medio, culturales, de modulación de la expresión genética, etc.

La desconexión del sujeto con la causa, una de las consecuencias del monismo a ultranza tiene el nombre de multicausalidad del déficit sea entendido como déficit neurobiológico, o epifenoménicamente cognitivo

Si la angustia así entendida conlleva a un desorden categorial y terapéutico que debe ser ordenado por nuevas clasificaciones y la expansión de las terapéuticas; algo ahí puede responderse desde Inhibición, síntoma y angustia de 1926 de Sigmund Freud.

Desvíos

Dentro del mismo psicoanálisis hay el intento de llevar tales desplazamientos, reduciéndolo a un mito neurobiológico. Esto se denomina el proyecto de psicoanálsis cognitivista. Sin siquiera anoticiarse tal vez ya más de uno venga operando en tal dirección.

Un ejemplo de esto es el que lleva adelante Eric Kandel , tomándose de un modelo explicativo de las representaciones, en el marco de investigaciones sobre la memoria - en términos de almacenamiento de representaciones en la red neuronal -. Ha puesto en marcha un intento a su vez de sustancialización de la repetición y el inconciente entendido como memoria.

Supone en algún modo retomar el Proyecto de psicología para neurólogos de Sigmund Freud, no como un modelo alusivo, sino como un paper más en la historia de la ciencia – desde una supuesta inspiración freudiana que esperaba llegar a la biología como punto cúlmine del sistema; que ahora se vería posibilitado de trasladarse, por los avances en el terreno neurobiológico-.

Un intento de reducir los conceptos fundamentales del psicoanálisis, en pro de ser subsumidos a un proyecto científico más, para luego ser olvidado, ya que la ciencia, en su movimiento automático, demuestra que todo puede ser pasado a historia perimida.

Más específicamente tal operación supone una modificacion no solo del aparato conceptual y la práctica, sino también de la formación y organización institucional de los analistas, siendo una versión local de este, el intento de promover un diploma universitario de analista.

Las operaciones mediáticas de calificación y descalificación, son un detalle, también una demostración más de la falacia que supone el equilibrio de fuerzas democrático, democracia de expertos clasificadores que blanden una ateoricidad del trastorno en el progresiva ampliación de las tablas DSM , que ya ha comenzado a ser puesta en cuestión por autores internos a la propia psiquiatría. Falacia también de supuestas democracia de representantes dentro del mercado de la Salud Mental del estado, la universidades, las corporaciones profesionales y las entidades privadas que se han introducido con fuerza en el comercio del malestar.

Es más, que justamente esto se de en el seno mismo de sistemas democráticos, da cuenta que cuanto más se proclama esta como consenso, más se vela la asimetría estructural de cualquier modelo representativo, como diría Ernesto Laclau contestándole hace unos años a Richard Rorty, no hay armonía solidaria alguna, hay hegemonías y tensión de fuerzas.

Alusión.

Podría preguntar aquí, ¿qué no se quiere saber, al retirar la neurosis como organizador o reducir lo inconciente a una máquina sustancializada representacional e insistir con versiones del déficit, para explicar el malestar?, o de otro modo ¿los intentos de reducir el binomio dispar malestar-terapéutica a una exigencia de medida interminable, de qué se sustraen?

Si las terapéuticas cognitivo conductuales en su multiplicidad, dado que no hay un campo unificado no hay la terapéutica, se dirigen a una conciencia que ha errado, puedo afirmar que se dirigen a un yo, dado que se desentienden de lo inconciente. ¿Con qué se pueden encontrar en base al concepto en que fundan su experiencia?

Freud ubica la inhibición como modos de hacerse presente los efectos de la defensa del yo y enumera tres modos de resistencia del yo: represión, transferencia y ganancia en la enfermedad. Creo que se pueden utilizar como ordenadores de tres rechazos devenidos de la noción que hay un terreno necesariamente neurobiológico de lo mental: el encuentro con la represión como efecto del rechazo a lo inconciente como núcleo vacío representacional; el encuentro con los fenómenos de transferencia a efectos del rechazo a la instalación de la misma a partir del culto al par mercantil terapias cortas y efectivas; y el encuentro con la ganancia de la enfermedad a efectos del rechazo a los modos paradojales de la satisfacción.

El terreno de la angustia introduce otro matiz interesante a tal cuestión, más bien demuestra una falla inevitable de la represión que un funcionamiento controlado que se descontroló; puedo preguntar, ¿existe alguien que nunca pasó por la angustia?.

Si la angustia presenta una experiencia en se demuestra que el sujeto no cuenta con la disponibilidad de todas las palabras, es este un modo en que podemos rastrear las modalidades de la emergencia de la castración, entendida no como un paso más de la trama de personajes del Edipo, sino como un conector a un elemento estructural vacío.

La función de la angustia de Freud a Lacan vendría a señalar un peligro, a introducir la causalidad significante –en la vía posible de la angustia al síntoma - y a cernir el límite de la cadena significante en la no relación homogénea al objeto que la causa.

Freud refiere la expectativa a la angustia, una expectativa que lleva adherido un carácter de indeterminación y ausencia de objeto, y al querer poner una distancia entre angustia realista y angustia neurótica escribió magistralmente, que esta última es ante “un peligro que no tiene noticia...el yo”; si prestamos atención al modo en que lo va matizando, sería muy difícil de hacer una división tajante entre la angustia realista y la neurótica –lo que no implica desecharla-, en tanto y en cuanto la dirección se obtiene si estamos atentos a discernir, con que se presentó un plus singular, para quien relata el fundamento real en que emergió esa angustia.

El objeto que primero estaba ausente, Freud lo reintroduce por la vía de la pulsión, en tanto esta es la que queda del lado del peligro interno; rompiendo en la misma operación toda dupla externo-interno.

Aquello que la clasificación de trastornos no percata en aislar, es que hay en la angustia un elemento de repetición, donde la satisfacción aunque desconocida es obtenida reproducidamorigeradamente, no se trata de ningún error; hay dos tiempos que han de conectarse para la producción de la angustia el de la situación peligrosa como coyuntural y la traumática como vacío representacional al que ubica el estatuto de la castración.

Cuando en las clasificaciones psiquiátricas o en los protocolos de evalución se encuentran con respuesta diferencial ante un supuesto evento traumático, como dato marginal estadístico donde lo singular no se subsume a lo universal, no hay teoría del sujeto con la cual pueden responder a esa diferencia. Es entonces que aparecen terapéuticas donde el miedo es confundido con la angustia, donde se supone que la cuestión pasa por moderar progresivamente el estímulo ansiógeno o fobígeno, etc, etc. La evaluación, de tanto reiterarla, se ha transformado en sentido común.

El profundo desconocimiento de esto, no es tal, no querer saber de la angustia, es en estos términos no querer saber de la castración, esto es como puedo traducir quitar el concepto de neurosis como ordenador de la práctica.

Así mismo, nada me hace pensar que en los comités de expertos clasificadores o los terapeutas conductuales queden, cada uno, por fuera de esta versión de la neurosis: singular.

Orientación.

En esta coyuntura de cierta vuelta crítica al psicoanálisis, que nunca es de lo mismo, deja la posibilidad a una lectura: compete a la institución analítica responder porque el psicoanálisis –en el mejor de los casos- es su referencia vacía, el elemento común que agrupa en tanto está en su agenda. No se trata ni de promociones personales, ni hacerse eco de un dixit sin crítica, trasladando debates de otros países sin considerar el contexto de producción y de recepción.

El psicoanálisis, como éxtimo - externo e íntimo -, tiene nuevas formas, no es la consecuencia de ninguna profesión universitaria, mucho menos una especialidad de esta, no entra en tanto tal como un master o un postgrado o una materia aprobada, no es el producto de ninguna residencia ni curso de capacitación, ni de la experiencia clínica del hospital; puede producir resonancias en todos estos ámbitos – los conozco, por varios he pasado – pero no es de ninguno, por una sencilla razón, no es atinente a la lógica que los constituye.

Entonces, ¿de qué surge una analista?, qué lo empuja. No es sin el efecto de considerar, que el analista es así un producto sin identidad, un resto de una operación, que solo se obtiene de un análisis, no está de entrada, obtención afín a ese nudo que se compone de teoría, clínica y política. Seriamente, no hay analista sin análisis e institución analítica.

En el discurso analítico, los analistas que se sostienen en él – no al revés-, tienen la posibilidad de recurrir para preguntarse y contestar sobre sus consecuencias, a un ámbito, la institución analítica. Dado que solo es ahí donde la agenda es afín a ese objeto tan disímil, el objeto del psicoanálisis, que alude al dualismo; es por esto que a cualquier otro artificio, se lo puede ubicar de lado de la impostura.

Se evidencia en muchos analistas, de hecho es un dato comprobable, cuanto más alejados de la institución analítica se encuentran, más desorientados se los escucha, al querer ser nombrados, actualmente por la tríada burocracia, ciencia y mercado. No por nada, algunos de los promotores de algunas de las diversas terapéuticas cognitivas, dicen haber salido de los fracasos de su propia relación al psicoanálisis, principalmente enrolados en otro tiempo en la ego-psicología norteamericana.

Que en la época se encuentre la evaluación en cada vuelta de página, de cuanto diario, revista o paper pseudopsí, no es sin que haya algunos que consientan a ser ahí evaluados; de tanto repetirse, evaluación, se ha vuelto sentido común.

Es desacertado creer que las críticas de hoy son las mismas de ayer, esto es desconocer profundamente que no hay repetición de lo mismo, que hay políticas contrapuestas y variación del Otro en la cultura con su malestar.

En la angustia como repetición, un objeto diverso a todos los demás y sólo descubierto por el psicoanálisis es aludido, Lacan lo llamó objeto a. El psicoanálisis ha hallado un modo de acceso a este que ha de ser dado por el síntoma analítico, entendido este como sustitución significante y de satisfacción. De ahí que el síntoma en psicoanálisis tenga una función sobre la angustia, en su modo original de tratarla.

Ante una época que reedita el déficit como error cognitivo, aproximándonos al aniversario del nacimiento de Freud, es el psicoanálisis al no rechazar la neurosis como ordenador, la práctica que está en condiciones de tratar con las paradojas de la satisfacción.

 

(*) Texto de la intervención en la mesa de la Fundación Descartes “La actualidad del psicoanálisis” del I Congreso Argentino de Salud Mental “Encrucijadas actuales” 16 al 18 de marzo de 2006.

 

Notas y Bibliografía:

.- Referencias a los Cursos dictados por Germán García, Centro Descartes, año 2001al 2005. 

.- Referencias al Seminario de Estudios Analíticos, Asociación de Psicoanálisis de La Plata, año 2005 -Las paradojas del objeto en psicoanálisis - Dirección de Enseñanza: Enrique Acuña. 

.- Lecturas múltiples realizadas en el Módulo de investigación de Psiquiatría y Psicoanálisis de la APLP, y en el el Circulo de Actualización en Psiquiatría en el Centro Descartes.

.- Curso Breve El interés psicoanálisis por la psiquiatría Noviembre de 2005 – APLP. Clase en que participó Daniela Rodríguez de Escobar por el Módulo de investigaciones sobre “Intervenciones en terapias cognitivas”, perteneciente al Departamento de Psicoanálisis del Centro Descartes.

.- La nueva ciencia de la mente. Howard, Gardner, Ed. Paidós, 1985,  Barcelona.

.- Conversaciones filosóficas -el nuevo pensamiento norteamericano-. Giovanna Borradori, Gpo Editorial Norma, 1996.

.- Libertad y neurobiología -reflexiones sobre el libre albedrío, el lenguaje y el poder político-. J. Searle, 2005, Paidos.

.- Lost in cognition, Eric Laurent, 2005, colección Diva.

.- Nuestra política y la de  la IPA: tres ejemplos, Eric Laurent, La carta dela AMP - Europa, octubre 2005.

.- De Sigmund Freud a Féderic Rosenfeld, Enrique Acuña, Microscopía nro. 49- Octubre de 2005.

.- ¿Qué mira? o ¿porqué? Germán A. Schwindt, Conceptual – Estudios de psicoanálisis – año 5 nro 6, Octubre de 2005.

.- Sinopsis de Psiquiatría. Ciencias de la conducta / psiquiatría clínica. Novena Edición 2004.

.- DSM IV TR Ed. Masson.

.- CIE 10 Ed. Meditor.

.- Enrique Acuña “Funciones: de la causa al sinthome” y de Marcelo Ale “Paradojas del objeto y función de la causa”, en Microscopía 51 de Diciembre de 2005.

.- Artículos que han salido en el Foro clínico “Actualización en inhibición síntoma y angustia” www.aplp.org y en el número de marzo de 2006 de Microscopía, en particular “La captación de la angustia por el síntoma” de Enrique Acuña.

.- En relación a la inhibición, han referido las dos primeras clases, dictadas por Marcelo Ale y Fátima Alemán respectivamente, en del Curso de Introducción al Psicoanálisis – Cultura extra universitaria – “Actualización en inhibición, síntoma y angustia” que actualmente se dicta en la sede de la APLP.

.- Para el tema del objeto del psicoanálisis, se pueden leer los comentarios de clases, publicados durante todo el año pasado en los sucesivos números de Microscopía, al tema del Programa de Enseñanzas del Psicoanálisis 2005 de la APLP, “Paradojas del objeto en psicoanálisis”.

 

 

 
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