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Presentación de Fundamentos de la clínica analítica en el NOA

Reseña de Exequiel Jiménez

Los días 30 y 31 de agosto y 1 de septiembre últimos, Otium Ediciones realizó la presentación del libro Fundamentos de la clínica analítica de Germán García. Con tal motivo las ciudades de Tucumán, Salta y Jujuy recibieron a Beatriz Gez, del Centro Descartes, donde presentó el libro junto a miembros de los CID del Instituto Oscar Masotta y de Otium ediciones.

La primera de las reuniones se realizó en Tucumán. Luego de introducir a los participantes, Ofelia Wyngaard, a cargo de la coordinación, le dio la palabra a Viviana Carrasco, quien hizo una presentación del autor, explicó el proceso de producción del libro y agradeció a los que trabajaron en él así como los que colaboraron con el proyecto editorial. A continuación Lucrecia Russo puntuó una serie de oposiciones, presentes en el libro: entre extimidad e intimidad, el orden de lo Otro y el orden de lo mismo; entre una enseñanza y el campo de las identificaciones imaginarias, entre el trabajo de la lectura y la ilusión de comprensión mutua; entre el sujeto del deseo y el yo hedonista, o sea, la presencia de Freud en tanto índice del fracaso del hombre del placer; entre el reconocimiento de la diferencia y la agresividad entre los semejantes.

Ricardo Gandolfo recorrió la historia de la relación entre Germán García y la ciudad de Tucumán, a través de la formación de la Asociación de Psicoanálisis de Tucumán y la Asociación de Psicoanálisis del Norte, volviendo así, a dicha ciudad, parte de la red que incluía a Buenos Aires, a Francia y a España. Los practicantes del psicoanálisis debían realizar la actividad analítica mirando a la propia tierra a la vez que recorrerla con las preocupaciones que ocupaban al resto de la Argentina y a otros países. El camino iba por lo tanto de lo particular a lo universal y desde allí otra vez a lo particular, mientras lo singular de cada uno, gracias a Germán García, era tocado por los análisis. Se refirió también al deseo que recorre el libro y al gusto por leer y enseñar así como el de provocar, sorprender o enojar al interlocutor. A pesar de esto, las presencias de Germán García y del Campo Freudiano provocaron un rechazo de los participantes a ser tomados por el psicoanálisis; situación que comenzó a ordenarse en 1998 con la constitución del Movimiento XXI y la Asociación Freudiana de Psicoanálisis en el 2000 así como el hecho de que los análisis se retomaron. Cuando Germán García propuso la formación del Movimiento XXI, incitó a hacer una aufhebung que ubicara al pasado en la historia, esto se permitió por la apertura de espacios, tales como los recién mencionados, así como la aparición del Instituto Oscar Masotta, la revista Ovidio, y ahora la editorial Otium. Concluyó afirmando: “No quiero decir con esto que estamos todos “curados”, sino mas bien que nuestra enfermedad actual se vincula con ciertas dimensiones del goce singular, mucho mas que con el ideal que nos uniformaba en la aspiración o el desaliento. Que todo este movimiento tuvo que ver con la función de agalma que Germán García evocó para nosotros, no me cabe duda.”

Eduardo Núñez Campero intervino, refiriéndose a los profesores de teoría lacaniana que habían pasado por Tucumán: Raúl Sciarreta, Jorge Jinkis, Américo Vallejo y otros e indicó que con Germán García se trataba de otra cosa. No era alguien que venía a contar qué sucedía en Buenos Aires, sino que incitaba a definir el lugar que tenía cada uno en el psicoanálisis en la ciudad en la que vivía. Considera, por lo tanto, que existe una historia del psicoanálisis en Tucumán a partir de la llegada de Germán García.

En Salta participaron Alejandra Borla y Oscar Montivero, con la coordinación de Ana Abecasis.

Oscar Montivero situó el contexto de esa época e indicó cómo desde el principio, Germán García puso de manifiesto relación constante entre teoría, práctica y política, anudadas por el deseo del analista. A partir de allí se comienza a establecer la red del Campo Freudiano, acogiendo a los que se reconocieran en la enseñanza de Lacan, más allá de su pertenencia geográfica. Montivero acentuó también la amplitud bibliográfica sobre la que Germán García trabajaba, un recorrido en el que siempre se mencionaba qué autor y qué libro se trabajaba, en lo que se demuestra la generosidad de Germán García respecto de los que lo escuchaban .

La transmisión de García estuvo siempre orientada a no olvidar el deseo de Oscar Masotta, quien ya en los sesentas había dado una conferencia sobre el existencialismo en la Radio Nacional de Salta y que por los debates propios de las lecturas que iba haciendo se encontró con Freud y con Lacan, autores que transmitió luego en la Argentina y en la lengua castellana.

Alejandra Borla comenzó con una pregunta: la interrogación acerca de qué pasaba en ese momento, cuando se escuchaban por primera vez algunas palabras que después se volverían palabras congeladas a fuerza de repetición. Es un libro donde se trata de un uso del saber, y no de un saber erudito sin efectos. Dijo a continuación que este libro permite conocer cuál era la situación del psicoanálisis en ese momento, pues permite leer algo de la historia y concluir que hay algo del deseo que va más allá de la voluntad: es el deseo de que el psicoanálisis se propague.

En Jujuy la presentación estuvo a cargo de Laila Quintar y Luis Seiffe, con la coordinación de Ana Calderón. Calderón comenzó indicando cómo el libro representa algo de lo que el NOA es efecto. Puntuó también la importancia de G. García para orientarse en la práctica analítica. Laila Quintar recorrió la historia de García en Jujuy y explicó cómo, desde el comienzo, la posición de éste no estuvo definida únicamente por ser un profesor, sino que había una interrogación constante acerca de lo que se hacía en la ciudad y cómo esto implicaba para ellos el dejar de ser alumnos. Así, una de las primeras clases estuvo centrada en el tema de la política, explicando de qué se trataba la organización del Campo Freudiano. Al tiempo, el grupo de Jujuy, llamado Sociedad Psicoanalítica cambiaría su nombre, por recomendación de Germán García, a Grupo de Estudios Analíticos, un grupo de investigación y estudios clínicos. Se dan, a partir de este comienzo, las Primeras Jornadas de Psicoanálisis de Jujuy y la primera publicación. Así, se inicia una nueva manera de dirigirse a la ciudad y de transmitir, por tanto, el psicoanálisis en un estilo masottiano, a través de la Biblioteca Analítica. Ahora se recibe la provocación, otra vez de Germán García, para formar Otium y continuar así con la formación de redes.

Luis Seiffe comenzó estableciendo la importancia de Germán García en el NOA, en tanto modificó lo que se entendía por psicoanálisis. Se refirió a la publicación del libro como la producción de un exceso, de algo que genera consecuencias que no se esperan. Indicó a continuación la presencia de un deseo que se articula: se lo ve manifestado a través de las relaciones Lacan – Miller; Miller – Masotta, a través del índice razonado de los Escritos; Masotta – García; la relación de Germán García con sus lectores y sus analizantes; hay siempre un desplazamiento del deseo. Esto, sin embargo, no es todo, algo debe ser soporte de cómo se hace pasar un real a las palabras o, mejor, al discurso; ese deseo que atraviesa generaciones implica, por lo tanto, una política. Se refirió a la clase del 9 de agosto de 1986, precisando la secuencia Presencia-Ausencia y formuló el planteo sobre cómo trabajar después de la separación del analista, lo que indica una responsabilidad de cada uno. Concluyó afirmando que “lo mejor que se puede legar es un estilo y un deseo”, pero para esto es necesario pasar por lo que Lacan establece en la proposición del 9 de octubre de 1967.

En las tres ciudades se leyó una carta que Germán García dirigió a “los amigos de Otium Ediciones”. Escribe Germán García: “Otium surgió hace muchos años de una recomendación de Freud: largo Otium con dignidad y estudio, le recomendaba Freud a Putnam en una carta. Otium está más allá de Negotium, Otium es el tiempo librado de la obligación, el saber como un valor de uso que transforma a cada uno. Jacques Lacan en el seminario XX, explica lo que es saber como uso, como plus de goce”

Se remontó a la historia de ese nombre, recordando que primero fue un grupo, luego una revista en Barcelona y ahora una editorial que desde el NOA “distribuya un saber que podrá llegar donde se lea en castellano”, logrando que, mediante la construcción de redes, los lugares de pertenencia se vuelvan lugares de referencia. Concluyó diciendo que “si logramos una resonancia de verdad entre los más jóvenes lo inevitable será también lo divertido y no será necesaria esa resistencia a la que tampoco hay que renunciar cuando la misma se vuelve la verdad de una historia.”

Las intervenciones de Beatriz Gez en las tres provincias giraron en torno a algunos temas centrales. Uno de ellos fue la distinción entre el alumno y el lector: la distancia entre los participantes del curso y los que ahora leen el libro. El alumno, según lo planteado por García en la última clase, está en posición de causa del que enseña, lo hace hablar y, por lo tanto, el profesor tiene la última palabra. El caso del lector es el opuesto, el texto lo hace hablar, por lo tanto, tiene siempre la última palabra; el lector aparece como un sujeto dividido, no es causa, cuenta su deseo. No es raro, por consiguiente, que cada uno, al leer el mismo texto, subraye aspectos diferentes, ya que aparece en cada caso el deseo de cada uno. Afirma Gez, entonces, que nadie se equivoca, sino que el deseo se manifiesta en lo que se lee. De la misma manera, Lacan nunca dice que Freud se equivoca, sino que dice otra cosa, y J.-A Miller dice otra, desaparece así la idea de progreso y aparecen ellos como lectores, donde lo que sí existe es la transmisión de un deseo. El particular trabajo de lectura de Germán García se refleja en el índice onomástico del libro, donde se cuentan ochenta y cuatro autores, que en cada caso se citan, lo que representa una ausencia de infatuación. Esto significa que uno también puede hacer el mismo recorrido, el que lee puede sacar sus conclusiones y extraer un saber acerca de algo que se dice. Esto es el efecto contrario del uso de frases repetidas como valor de cambio, las cuales se dicen sin que conciernan en nada al sujeto. Germán García tomó una propuesta de publicación de un curso y esto se convirtió en un libro, en una editorial y en una red; hizo, de esta manera, la apuesta a un deseo.

Otro de los puntos que tomó fue el de la historia y el lugar de Germán García en la misma. Se remontó a 1974 y a la creación de la Escuela Freudiana de Buenos Aires por parte de Oscar Masotta, así como la inclusión de éste en la Escuela Freudiana de París por parte de Jacques Lacan, haciendo de ese argentino de residencia lejana alguien cercano. En el año 1979, después de que algunos miembros de la escuela fundada por Masotta se quedaran con el nombre por vías legales, éste decide cambiar el nombre de la institución y llamarla Escuela Freudiana de la Argentina. Masotta muere ese mismo año y en 1980 se realiza el encuentro del Campo Freudiano en Caracas, donde se intenta borrar el nombre del transmisor de la enseñanza de Lacan en la Argentina: algunos que se habían formado con Masotta se presentan como interlocutores directos de Lacan y Miller, eliminan al fundador de la Escuela de Buenos Aires vía Caracas. La Biblioteca Internacional de Psicoanálisis, fundada por Germán García, intenta articular el viaje de Masotta a España y su forclusión en el encuentro recién mencionado. Beatriz Gez se refirió a un texto de Caroline Newton donde indica dos momentos en la historia del lacanismo argentino: Caracas, 1980 y Buenos Aires, 2000, momento donde se funda el Instituto Oscar Masotta, una manera de recuperar el lugar en la historia de quien Miller llama un “asombroso argentino”. El modo de Germán García de articular el deseo de Masotta se refleja en la transmisión que de éste hace, ya que la transmisión se trata siempre de hacer pasar un deseo.

 

 
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