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German García
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Presentación de Fundamentos de la Clínica Analítica de Germán García

por Ricardo E. Gandolfo

Este libro, el primero de una serie de cursos que Germàn García dictó en Tucumán, entre 1986 y 1991, es desde luego de vital importancia tanto para el psicoanálisis en lengua castellana, como para el desarrollo del psicoanálisis en nuestra región.

En efecto, a esos cursos asistieron practicantes de Salta, Jujuy y Tucumán, los cuales configuraron una trama mìnimamente compleja que cristalizaría en la formación de la Asociación de Psicoanálisis de Tucumán, primero y luego de la Asociación de Psicoanálisis del Norte.

Al mismo tiempo, el discurso de Germàn García atravesaba con su potencia las fronteras provinciales para entretejer sus temas y preocupaciones con las que sucedían en el psicoanálisis en Buenos Aires y también en Francia y España.

Nosotros, lo que entonces éramos los jóvenes que se asomaban a esa experiencia, sentíamos con justeza ( y también con un poco de pánico, por qué no decirlo) que la actividad analítica debía realizarse mirando la propia tierra, desde luego, pero al mismo tiempo recorriéndola constantemente por las preocupaciones que el psicoanálisis provocaba en todo el país, en Europa y en el resto del mundo.

De lo particular a lo universal y desde allí el retorno a lo particular nuevamente, pero no sin consecuencias, en tanto lo singular de cada uno era alcanzado por el análisis que- gracias a Germàn García- nos alojaba y a la vez nos inquietaba.

Hay un momento del Curso que me resulta decisivo: cuando García diferencia entre lo universal y lo particular para discutir la paradoja del mentiroso. Ahí, me parece, se sitúa algo de lo que ocurriría con muchos de los participantes de este Curso. Algunos están todavía, otros desaparecieron, llevados por la vida o por empresas a las que conferían mas sentido.

En ningún momento puede afirmarse, por cierto, un universal. Como dice García- un poco irónicamente- “la paradoja se arma por sostener la categoría del “vale para todos” y agrega que si se elimina esta categoría, “puede ser que se pueda afirmar que los tucumanos son mentirosos y que el tucumano que en este momento en particular, ha decidido dejar de serlo, no mienta”. Entre la mentira del universal y la verdad mas singular, creo que varios de nosotros descubrimos como enunciar- calladamente y en acto- nuestros deseos y arreglárnoslas con nuestros goces.

El tiempo ha desdibujado los rostros y las presencias efectivas de todos los participantes, ha trazado caminos alternativos y recorrido sin disimulo alguno esa maquina de contabilizar el goce que tendemos a llamar nuestro cuerpo.

Sin embargo en estas páginas, que he recorrido con admiración y empeño, se siente algo poderoso: un deseo que, transformándose, ha recorrido el tiempo y creo que ha salido victorioso. Un deseo que se puede calificar como enigmático, pero también – junto con J.A. Miller- con una cierta pasión voraz que vuelve apetecible los objetos intelectuales, sin complicarlos con ninguna infatuación.

Ese gusto por enseñar, por leer, por explicar conceptos complejos resolviéndolos en una broma porteña o en el joke mas refinado, es lo que siempre, creo, Germàn ha puesto de manifiesto en sus Cursos, además de su capacidad para sorprender, enojar o provocar al interlocutor, el cual puede odiarlo pero nunca quedar indiferente.

Por el contrario, y al menos para mí, su presencia efectiva en la transferencia ha sido siempre cuidadosamente calculada y su destreza en la interpretación decidamente eficaz.

La historia del psicoanálisis que aquí se cuenta y ordena, es la historia de la Asociación de Psicoanálisis de Tucumán, que se formo a instancias del mismo Germàn en 1986, extrayendo a muchos de los que ahí participábamos de una parálisis institucional y personal que nos empujó hacia el Campo Freudiano.

Desde 1986 hasta 1992 este campo se constituyó, en Tucumán y el Norte del País, con los Grupos de Estudios Analíticos de Salta y Jujuy y provocó la presentación de trabajos en los Encuentros del Campo Freudiano “Las Estrategias de la Transferencia en Psicoanálisis” y “Rasgos de Perversión en las Estructuras Clínicas” y culmino con la creación de la Asociación de Psicoanálisis de Norte, fundada en 1990.

Dos años después, eso desaparecería en una vorágine que mucho recuerda el ombligo del sueño. En efecto, ese vortice que la presencia de Germàn y del Campo Freudiano constituía se convirtió en muchos de nosotros en la ocasión de un rechazo, el rechazo a ser tomados por el psicoanálisis, a causa de nuestras virtudes y debilidades personales.

Ese rechazo que inauguró un movimiento centrífugo, en lo que antes había sido centrípeto, desplazó instituciones, personas, odios y amores, que bordeaban el objeto causa de lo que había sido la experiencia anterior.

Recién en 1998 con la constitución del Movimiento XXI y luego con la Asociación Freudiana de Psicoanálisis (2000) algo comienza a ordenarse.

Pero el lugar de Germàn había, creo, cambiado.

No se trataba ya de una lealtad ni una apasionamiento lo que convocaba, sino mas bien el de situarse en el lugar de causa de lo que sucedía.

Una causa no es una ley, por lo que su incidencia resultó muy variada en muchos de nosotros.

Lo cierto es que muchos análisis se retomaron, e incluso los que no lo hicieron con Germàn pudieron considerarlo, ahora, en ese lugar sin sentirse conmovidos por la vorágine.

Simultáneamente comenzó el IOM en todo el país y, me parece que no de manera casual, comenzó en Tucumán, donde Germàn García había iniciado su derrotero.

Recuerdo que en una carta que enviara al Movimiento XXI . Germàn nos incitaba a hacer una Aufhebung hegeliana, que destruyera el pasado para ubicarlo como historia.

Creo que esa Aufhebung se hizo en la medida que se crearon, progresivamente, nuevas instituciones y espacios: la Asociación, el Instituto Oscar Masotta, CID Tucumán, apareció la revista “Ovidio” también promovida por una conversación generosa con Germàn, ahora la Editorial Otium, donde participamos muchos pero no todos de los que estamos en los lugares antes mencionados.

Me parece que ese duro aprendizaje nos enseñó algo que Germàn siempre enseñó, pero que recién ahora pudimos oír: no hay todo al cual ofrendar la vida, los bienes, el deseo y sobre todo el goce.

Los lugares son así disimétricos en cuanto a los integrantes, en cuanto a sus funciones, y a la participación de cada uno.

Lacan, en 1968 afirma que “me admira mucho que esos energetistas no se hayan dado cuenta de los desplazamientos de energías que pueden estar subyacentes, quizá esa energía tiene un cierto interés de evocación teórica , pero anudar las cosas al nivel de una referencia lógica , en un momento en que se habla mucho de dialogo podría tener cierto interés”, para situar lo que la lógica tiene de importante para comprender una historia.

En este momento lo que se me ocurre es de cierto descompletamiento de los lugares de referencia.

Ni somos todos los que estamos, ni estamos todos los que fuimos. En cierto modo, eso hace mas fáciles los desplazamientos, en suma, los asegura e incluso los promueve.

Esa energía desplazada es lo que supone además, un cierto descentramiento de las pasiones personales que recupera- paradójicamente- algo parecido a lo que Freud supo encontrar en su visita a la Acrópolis. Algo del padre de cada uno, ha caído, se ha vuelto un objeto de uso para la ocasión, más que el agalma preciado con el que cada uno sostenía su neurosis.

No quiero decir con esto que estamos todos “curados”, sino mas bien que nuestra enfermedad actual se vincula con ciertas dimensiones del goce singular, mucho mas que con el ideal que nos uniformaba en la aspiración o el desaliento.

Que todo este movimiento tuvo que ver con la función de agalma que Germàn evocó para nosotros, no me cabe duda.

Que su prosecución decidida responda a la forma que individualmente, procesemos esa función en nuestras vidas, también me parece indubitable.

Este curso, con su potencia discursiva, con sus correlaciones sorprendentes de textos en apariencia disímiles, con su humor, ah con su humor, del cual Germàn decía hace poco que le extrañaba que siendo tanto Freud como Lacan, sujetos de un poderoso humorismo, los psicoanalistas fueran tan aburridos, con su alegría formidable, me parece que es una vía ineludible para la formación de los analistas futuros.

La juventud de algunos de los nuestros es la condición de esta afirmación, que, sin embargo, en nada disminuye el valor y las capacidades que ellos tienen.

Un primer movimiento, no es el recorrido, por supuesto.

Todavía, por fortuna, tenemos mucho para hacer.

 

 
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