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n◦14
 

 

 

   

LA RISA

Variantes: El chiste, la ironía el humor,
lo cómico, el fin de análisis

DEBORAH FLEISCHER / UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - CENTRO DESCARTES

Según Freud, la técnica del chiste, construido mediante incongruencias, absurdos, juegos de palabras, exageraciones, dobles sentidos, es la misma que la de los sueños; y como los sueños (también el juego o la literatura), el chiste y el humor constituyen una suerte de regresión a modos infantiles de actuar y pensar, una forma de escapar de la realidad y sus exigencias, lo mismo que las neurosis y las psicosis, pero no una forma patológica, como éstas, sino gratificante. Por una parte, el chiste nos proporciona placer mediante procesos mentales que nos permiten liberarnos de la necesidad de ser lógicos, morales, realistas; y por otra, nos libera también, al menos momentáneamente, de deseos e impulsos prohibidos de carácter inconsciente, que el chiste disfraza, aliviando, así, la ansiedad asociada a la manifestación de tales deseos e impulsos: por un momento, la agresividad, la obscenidad o el absurdo nos están permitidos. La respuesta freudiana a la pregunta de por qué nos reímos podría, pues, sintetizarse diciendo que la risa es uno de los mecanismos de defensa que el Yo utiliza para protegerse . Y a la pregunta de qué es lo que nos hace reír la clave habría que buscarla –siempre según Freud– en el placer lúdico que se experimenta al escapar de las exigencias de la lógica y de la realidad.

Avanzaremos más a partir de este primer acercamiento.

Para Lacan en el Seminario V La cuestión de la risa está lejos de estar resuelta. Dirá- “ Por supuesto, cada uno se acomoda para hacer de ella una característica esencial de lo que sucede en lo chistoso (spirituel), y también en lo cómico, pero cuando se trata de hacer de algún modo el enlace del carácter expresivo, si se puede decir en esta ocasión, de la risa, cuando incluso se trata simplemente de connotar a qué emoción podría responder este fenómeno, del que es posible decir, aunque no sea absolutamente cierto, que es lo propio del hombre, se comienza a entrar en unas cosas que, de una manera general, son extremadamente fastidiosas. Quiero decir que incluso aquéllos de los que uno siente que tratan de aproximar, de rozar de una cierta forma analógica, metafórica, cierta relación de la risa con eso de lo que se trata en la aprehensión que le corresponde, lo mejor que se puede decir, es que aquéllos que han dicho sobre esto las cosas que parecen más sostenibles, más prudentes, apenas hacen más que observar algo que seria análogo en el fenómeno mismo de la risa, a saber que puede dejar en alguna parte trazas oscilatorias, en el sentido de que es un movimiento espasmódico con cierta oscilación mental que sería la del pasaje, por ejemplo, dice Kant, de algo que es una tensión a su reducción, a una nada; la oscilación entre una tensión despertada y su brusca caída ante una nada, una ausencia de algo que seria considerado, tras su despertar de tensión, tener que resistirle.”

Al señalar que la risa sobrepasa muy ampliamente la cuestión tanto de lo chistoso (spirituel) como de lo cómico, diferenciará la risa loca de los niños en ciertas condiciones de la risa de la angustia, la risa repentina de la víctima que se siente súbitamente amenazada por algo que supera completamente los límites de su espera; la risa de la desesperación. Hay risas, incluso, del duelo bruscamente aprendido.

Discutirá a partir de allí la teoría bergsoniana del mecanismo que surge en medio de esa especie de mito de la armonía vital. Dirá que- .Bergson pone suficientemente en evidencia,  una de las características de lo mecánico, en tanto que opuesto a lo vital, es su carácter repetitivo, como si la vida no nos presentara ningún fenómeno de repetición. Esta explicación por lo mecánico es ella misma una explicación mecánica." Señalará que la propia explicación bergsoneana recae en una lamentable estereotipia, que deja escapar absolutamente lo que es esencial en el fenómeno.

 

¿Cuál es el planteo bergsoneano?

Poco antes de que Freud escribiera “El chiste y su relación con lo inconciente” (1905) Henri Bergson (1859-1941) publicaba La risa. Bergson comienza su libro destacando lo exclusivamente humano del fenómeno de la risa. Sólo hay risa en el ser que habla; no es concebible un efecto de comicidad en la naturaleza sin que sea el hombre mismo quien lo introduzca. A tal punto que algún filósofo definió al hombre como un animal que ríe, a lo que Bergson agrega: habrían debido definirle también como un animal que mueve a risa, porque cuando algún otro animal o cualquier cosa inanimada motiva la risa, es en todos los casos por su parecido con el hombre...

Bergson considera la risa como un gesto social, mediante el que la sociedad misma castiga toda rigidez (que le resulta siempre sospechosa) del espíritu, del carácter e incluso del cuerpo: «Esa rigidez constituye lo cómico, y la risa es su castigo», asevera Bergson Eso implica que para que la risa sea posible, el objeto risible ha de resultarnos indiferente, hemos de ser insensibles, por así decirlo, sin identificarnos con aquél que nos suscita risa, ni mucho menos sentirnos inclinados a compadecerle: «Lo cómico, para producir su efecto, exige algo así como una momentánea anestesia del corazón. Se dirige a la inteligencia pura. »

En opinión de Bergson lo cómico es una consecuencia del automatismo y la rigidez, que se oponen a la tensión y elasticidad exigidas por la vida y la sociedad. Y tanto más cómico cuanto que ambos –rigidez y automatismo– puedan ser atribuidos a una distracción fundamental de la persona o de la vida misma (la distracción es, según el filósofo francés, una de las claves ciertas de la risa). Como es lógico, ese principio explicativo general resulta aplicable a las más variadas y diversas situaciones en que pueda darse lo cómico: lo mismo en las formas, los gestos, el carácter, el lenguaje o los acontecimientos. En definitiva: «Esta desviación de la vida en dirección a lo mecánico es la verdadera causa de la risa.» Y la risa, como hemos señalado anteriormente, castiga tales desviaciones y distracciones, porque la sociedad encuentra sospechosa en el individuo toda rigidez, ya sea del carácter, del espíritu o incluso del cuerpo; sospechosa, precisamente, de insociabilidad: la risa –«una especie de novatada social»– opera, entonces, como corrector y castigo: «La risa –escribe Bergson– es un gesto social que subraya y reprime una determinada distracción especial de los hombres y de los acontecimientos.»

La Risa intenta explicar lo cómico mediante un modelo elemental: "de lo mecánico chapado sobre lo viviente", he aquí lo que provocaría nuestra hilaridad; el filósofo lo aplica a una gran variedad de ejemplos, siguiendo tanto las variaciones clásicas del recurso cómico (palabras, carácter o situación) como las que utilizaban los humoristas y los autores de su época.

Como anticipé, para Bergson, la risa posee una función social y es el castigo de aquellos que se alejan de una existencia útil. El filósofo piensa en consecuencia que la risa excluye y que está lejos de ser divertida. Moral o artística, la comedia finalmente, más allá de su función social, devela la naturaleza de un arte, de un lenguaje que no sería nunca caricatura o mecanismo simples del mismo modo que los personajes cómicos revelan, por oposición, la seriedad de la existencia y de los héroes trágicos y del individuo en su propia duración.

Otros autores ubican la risa desde distintas perspectivas: desde la medicina., como superioridad, como incongruencia, como catarsis/ don / liberación.

 

1. La risa desde la medicina

González Crussí,(1) escritor y médico mexicano indica que hay "algo mecánico" en la risa provocada por las cosquillas. O en la "risa de nervios". Enumera otras que surgen de estados patológico como de ciertas formas de epilepsia y quizás se pueda añadir a la lista la risa exuberante y reiterativa del que ha bebido, o esa otra, un poco sosa, de quien ha fumado marihuana. Y a pesar de conocer sus aspectos patológicos, de analizar las teorías de Bergson y de Marcel Pagnol –para quien la risa es pariente de la arrogancia–, para González Crussí la risa es también valor, autoafirmación y entusiasmo. Es decir no se queda con el aspecto médico, sino con otros aspectos que a continuación desarrollaré.

 

2 . La risa como defecto de los otros o como superioridad

Según Aristóteles la comedia es mimesis de hombres inferiores, pero no en todo el vicio, sino lo risible, que es parte de lo feo; pues lo risible es un defecto y una fealdad, sin dolor ni daño, así, sin ir más lejos, la máscara cómica es algo feo y retorcido sin dolor.» En la Retórica, considera que la risa puede resultar, a veces, un arma poderosa en los debates: «A propósito del ridículo –escribe– dado que parece tener alguna utilidad en los debates y que conviene –como decía Gorgias, que en esto hablaba rectamente– "echar a perder la seriedad de los adversarios por medio de la risa y su risa por medio de la seriedad", La ironía es más propia de un hombre libre que el chiste, porque el irónico busca reírse él mismo y el chocarrero que se rían los demás.»(2)

También encontramos algo de esta versión en Hobbes quién escribe: «La risa no es más que la gloria que nace de nuestra superioridad.” Sostiene que la risa es el resultado directo de la percepción de que otra persona es inferior a uno mismo. Por ejemplo, un amigo se choca contra una farola, un músico falla una nota o un actor cómico hace el papel de tonto o incompetente.

Sthendal entiende la risa como una forma de reafirmarse frente al prójimo: «Lo cómico, la risa, es el último poder que le queda a un hombre sobre otro.» y Espinosa escribe: “La irrisión es una alegría surgida de que imaginamos que hay algo despreciable en la cosa que odiamos.”

Chesterton, quien no es del todo ajeno a esta posición, al considerar el humor como una «apreciación bastante profunda y delicada de las absurdidades de los demás», se distancia, no obstante, sensiblemente de ella, porque afirma no es sólo las debilidades del prójimo aquello que el humor pone de relieve, sino también las propias, dado que en el humorismo se tiene «la sensación de ser objeto de risas, a la vez que se ríe uno mismo. Implica cierto reconocimiento de la debilidad humana». En cualquier caso, reducir el humor a la crueldad le parece, al escritor inglés, francamente desproporcionado La risa surge para él «de la misma incompatibilidad entre el sentimiento de la dignidad humana y la perpetua posibilidad de indignidades incidentales». Esta misma sugerencia del contraste como origen de la risa la hallamos también en otros teóricos del asunto: contraste entre representaciones que, no obstante, son ligadas, frecuentemente por una asociación verbal, opina Kraepelin; quien describe erupciones de furia que inmediatamente se transforman en una risa relinchante mostrando un desacuerdo entre representación y emoción contraste –según Lipps– entre el significado real de las palabras y aquel que caprichosamente les otorgamos, lo que conduce, asimismo, a la contraposición sentido / sinsentido: algo que parecía tener sentido, se nos muestra, de repente, como un completo sinsentido. Contraste, en fin –sostiene Heymans– entre desconcierto / evidencia: en el chiste hay un primer momento de confusión o desconcierto que, al aclararse (por lo general al advertir que se trataba de una pura confusión lingüística) provoca risa.

También incluimos en esta serie el desacreditamiento. Nos reímos de la persona que resulta no ser quien dice ser. Hacer el ridículo significa hacer algo que desacredita el papel que se desempeña frente a los demás.

 

La risa como incongruencia

Para los teóricos de la incongruencia, como Kant y Schopenhauer, la risa se dispara cuando el sujeto percibe dos elementos contrarios o incompatibles que por algún motivo aparecen unidos como en el típico chiste de doble sentido o los contrastes de lo absurdo. La risa se provocaría, según ellos, ante la constatación de la «incongruencia entre el pensamiento y la realidad». Incongruencia, no contraste, es ahora el término clave: «la causa de lo risible –es para Schopenhauer– la subsunción o inclusión paradójica, y por tanto inesperada, de una cosa en un concepto que no le corresponde, y la risa indica que de repente se advierte la incongruencia entre dicho concepto y la cosa pensada, es decir, entre la abstracción y la intuición. Cuanto mayor sea esa incompatibilidad y más inesperada en la concepción del que ríe, tanto más violenta será la risa.» Se trata, pues, de que algo puede ser incluido y representado por un determinado concepto, pero que, visto desde otro ángulo, mucho más importante aún, no sólo no cae bajo el dominio de tal concepto, sino que, además, difiere de forma notable y sorprendente de todo lo que de ordinario se incluye en él.

La incongruencia se produce entre el ámbito de la Estética Trascendental y la Analítica Trascendental, de las que hablaba Kant, aunque en el chiste no tiene necesariamente por qué haber una intuición sensible: puede tratarse de un concepto subordinado a otro concepto genérico, pero, en todo caso, la imaginación se encargará de sustituirlo por una representación sensible. Schopenhauer compara lo risible a un silogismo cuya mayor fuese impecable, pero que asociada con una menor inesperada y sorprendente, da lugar a una conclusión risible. De ahí le resulta fácil deducir en qué consiste el ingenio y la técnica del chiste («el ingenio consiste en hallar en cada caso que se presente un concepto genérico en el cual puede ser comprendido, aun siendo la cosa de que se trata de distinta naturaleza que los demás elementos que integran el concepto»), o la razón por la que los animales no ríen: sencillamente no pueden hacerlo, desde el momento que carecen de nociones generales. A partir del concepto de lo risible es posible también establecer el de lo serio, su contrario: «Consiste en la conciencia de la conformidad entre el pensamiento y la realidad. El hombre serio está convencido de que piensa las cosas tales como son y de que son tales como él las piensa.» Cuando lo risible es buscado deliberadamente, nace la broma, y cuando ésta se oculta tras lo serio, tenemos la ironía, cuyo opuesto es el humorismo, en el que es lo serio lo que se oculta tras la broma. La ironía comienza en serio y acaba en risa, en tanto que el humor sigue el proceso inverso. Por otra parte, la ironía, propiamente, va dirigida contra los demás, en tanto que el humor tiene como referencia a uno mismo. La ironía no es frivolidad ni humorada, como afirma Apel en referencia a Rorty, sino una dignificación de la escucha y del discurso del sujeto.

Finalmente, el hecho de que reír resulte agradable y placentero es debido, según Schpopenhauer, a que nos satisface el triunfo del conocimiento intuitivo sobre el pensamiento abstracto, porque aquél es la forma natural de conocimiento, inseparable de nuestro ser animal; nos agrada comprobar que el pensamiento es incapaz de hacerse cargo de todos los infinitos matices que presenta lo real: «Por consiguiente –escribe Schopenhauer–, ha de resultarnos grato ver de cuando en cuando cogida in infraganti y acusada de deficiente a la razón, ese domine severo, perpetuo y molesto. Por esto la risa está emparentada estrechamente con la alegría. »

4. La risa como don /catarsis o liberación

Laurent Joubert (3), autor de Tratado de la risa 1579) –escribe – este tema parece ligero, pero es muy serio. »

Joubert considera la risa como un don que sólo al hombre ha sido dado para que le sirva de descanso en las preocupaciones y asuntos serios. Y por eso sólo el hombre ríe; por eso y porque para reírse se necesita conocimiento e imaginación, algo que ha sido negado al resto de los animales. Pero, sobre todo, la causa principal por la que sea el hombre el único animal riente, es de naturaleza fisiológica, y no intelectual, porque la risa (en opinión del médico francés) no forma parte de la virtud racional del alma, sino de la sensitiva (sin tocamiento: no es el cuerpo quien resulta directamente estimulado, sino el espíritu), debido a que la risa no siempre sigue las órdenes de la voluntad; y esa diferencia fisiológica entre el hombre y el resto de los animales que explica la risa es la peculiar disposición del corazón (sede de las pasiones y las emociones) y el diafragma (órgano de la risa): en el hombre se hallan unidos de modo muy distinto a como sucede en los animales, de tal manera que el corazón mueve directamente al diafragma, cosa que no sucede en éstos.

La teoría de Laurent Joubert coincide con al de Bergson en dos aspectos: en subrayar la importancia del factor «distracción», como uno de los ingredientes esenciales de la risa, y en aquello que también decía el filósofo francés sobre que la risa sólo es posible cuando queda en suspenso nuestra capacidad de compasión (algo que ya encuentra sugerido en Aristóteles). Según Joubert: «Lo que excita en nosotros la risa es ver algo feo, deforme, deshonesto, indecente, indecoroso e inconveniente, siempre que ello no nos mueva a compasión.» Cualquiera de tales fenómenos, siempre que no implique un daño o peligro para el individuo a quien atañen, resulta para nosotros ridículo y es motivo de risa: por ejemplo, en opinión de Joubert, «es (...) deshonesto mostrar el culo, y si no hay ningún daño que nos produzca lástima, no podemos contener la risa; pero si alguien le pone de improviso un hierro candente, la risa cede el paso a la compasión». Y, por lo general, aquello que nos provoca risa ha de acontecer por descuido y sin premeditación, esto es, de modo involuntario: «no todos se ríen –subraya el médico francés– de ver las partes vergonzosas, e incluso los más severos reprenderán con acritud a quien desvergonzadamente las descubre a propósito. Ha de ocurrir sin premeditación, como cuando se ven por algún descosido de las calzas.» La risa es, pues –siempre según Joubert– una emoción o una pasión que nace como resultado de la mezcla de dos pasiones o emociones opuestas: alegría y tristeza, cada una de las cuales sirve de contrapeso a la otra y la impide ser excesiva (aun cuando la alegría ha de superar a la tristeza); exceso que podría conducir incluso a la muerte, por eso, aunque es posible morir por una alegría o una tristeza extremas, es muy difícil morir de risa. El motivo por el cual se concitan en lo risible esas dos emociones (alegría o placer y tristeza), parece bastante claro: «la cosa risible nos proporciona placer y tristeza: placer porque le parece indigna de lástima, y no hay daño alguno ni mal que se considere importante, por todo lo cual el corazón se alegra y se ensancha como en la verdadera alegría; hay también tristeza, pues todo ridículo procede de fealdad e inconveniencia, y el corazón, contrariado por tal incorrección, como sintiendo dolor, se encoge y se aprieta. Este desagrado es muy ligero, pues no nos apena lo que les ocurre a los demás cuando la ocasión no es grave. La alegría que sentimos, sabiendo que no hace falta compadecer (salvo por una falsa apariencia), tiene más fuerza en el corazón que la tristeza leve.» En consecuencia, aún cabría afirmar, dicho de otro modo, que la risa es una mezcla de «falsa alegría» y «falso desagrado». Es necesario, por último, que en lo risible, para que sea tal, haya algo novedoso e imprevisto, así como repentino, pues la rapidez es acaso el elemento principal en el efecto cómico.

De Galeno se dice, incluso, que, en ocasiones, utilizaba la risa como método propiamente terapéutico, provocando, en determinados casos, un ataque de risa (en sentido literal) en sus pacientes. Una terapia en cuya eficacia también creía Quintiliano: Voltaire deseaba (según dice) morir riendo, y Crisipo lo consiguió realmente, si hemos de hacer caso a Diógenes Laercio, quien nos cuenta que tal fue, en sentido estricto, lo que puso fin a los días del filósofo estoico: un ataque de risa

 

5.La risa del capitalista

La referencia de este apartado es la clase del 4/12/68 del Seminario 16 de Lacan. Dice allí:

“¿Por qué el saber sería subversivo por no poder ser absoluto, cuando esta pretensión sea o no mostrada, es necesario decirlo, ha sido siempre risible? Risible. Justamente estamos allí al nivel de lo candente de nuestro asunto. Quiero decir que esa nueva partida tomada en el chiste en la medida en que provoca la risa, la provoca justamente, en suma, en tanto que está precisamente suspendida sobre la falla inherente al saber. Si me permiten un pequeño paréntesis, evocaré el primer capítulo de la tercera parte del "Capital" : -La producción de la plusvalía-, el capítulo 5 sobre "El trabajo y su valorización". Es allí creo, que se encuentra, en algunas páginas algo que es necesario decir; no he alcanzado las recientes búsquedas sobre el estructuralismo de Marx para ubicarlo.

Quiero decir que ese viejo volumen que ven allí, hacerse mas o menos pedazos, recuerdo el tiempo en que lo leía en el que era mi vehículo de entonces, cuando yo tenía una veintena de años, a saber, el subterráneo cuando iba al hospital y ya entonces, había algo que me había retenido y sorprendido que es, a saber, como Marx, en el momento en que introduce esta plusvalía, no lo hace ni como plus ni como valía, pero sí lo hace después de tomado un tiempo, un tiempo tomado así, con aire bonachón, donde él dejaba la palabra al interesado, es decir al interesado, es decir al capitalista. El le dejaba justificar, en algún modo su posición por lo que es, entonces, el tema: el servicio, de algún modo rendido de poner a disposición de este hombre que no tiene, mi Dios, más que su trabajo, a lo sumo un instrumento rudimentario, su garlopa, el torno y la fresadora, gracias a lo cual él podrá hacer maravillas, cambiando -buenos servicios y hasta leales- todo un discurso que Marx refulge en su tiempo para desarrollarse y lo que él señala, lo que me había sorprendido entonces, en el tiempo de esas buenas primeras lecturas, es que él puntúa allí que el capitalista, personaje fantasmal al cual él se enfrenta, el capitalista ríe.

Hay allí un trazo que parece superfluo ; me pareció sin embargo, me ha parecido desde entonces, que esa risa, precisamente, se relaciona a lo que en ese momento Marx devela, saber, lo que es la esencia de esta plusvalía: "Su buen apóstol -él le dice- causa servicio siempre como tú lo escuchas si tú quieres de esta disposición de aquél que puede trabajar, del medio que tú te encuentras detentando, pero de lo que se trata es de que ese trabajo que tú vas a pagar por lo que él fabrica con ese torno y esa fresadora, no le pagarás más que lo que él hará con la garlopa - a la que he evocado hace un momento - es decir que él se asegurará por medio de su garlopa, a saber, su subsistencia". Esta relevancia del pasaje, con seguridad no percibida, y de la conjunción de la risa con esa relación, esa relación que es allí un alegato, que no tiene el aire mas que de un discurso de lo más honesto, esa relación con esta función radicalmente eludida, cuya relación propia con esta elisión es característica en tanto que ella constituye propiamente el objeto a, ya ha sido suficientemente indicada por nuestro discurso.”

 

Chiste, humor, ironía, lo cómico

En el campo de la risa se producen esas caídas de tensión a las que los autores que se han interesado más especial mente en este fenómeno atribuyen el desencadenamiento ocasional, instantáneo de la risa.

Hay que diferenciar la risa de la sonrisa que Freud (1910c ) estudia en otra de sus obras. La sonrisa de " La Gioconda" es comparada con la de Santa Ana, en el cuadro "Santa Ana, la Virgen y el Niño". La sonrisa de " La Gioconda" encierra tanto "la reserva y la seducción, la ternura plena de entrega... (así como) ...la sensualidad en despiadado acecho que devora al varón como algo extraño" , representando las dos polaridades que gobiernan el alma (activo-pasivo). Transcribe a otro autor Angelo Conti para quien "La dama sonreía en una calma regia: sus instintos de conquista, toda la herencia de la especie, la voluntad de seducir y atrapar, la gracia del engaño, la bondad que oculta un propósito cruel..." La sonrisa de Santa Ana, en cambio, "ha perdido su carácter ominoso y enigmático; expresa interioridad y calma beatitud". Para Freud, el sonreír de " La Gioconda" "poseía la promesa de una ternura sin límites así como la amenaza funesta". Más adelante Freud agrega que "la consabida sonrisa arrobadora deja vislumbrar que se trata de un secreto de amor".

Muy distinto a la sonrisa y al chiste es el tema del humor. Freud comienza su artículo El humor (1928) con un ejemplo. Se trata del reo que conducido un día lunes a la horca exclama: ¡Linda manera de empezar la semana. Hay una diferencia esencial entre lo que sería un chiste, y esta expresión de efecto humorístico. Aquí lo que mueve a risa es más la actitud del reo que el texto enunciado por él. Es por lo tanto necesario diferenciar dentro de lo cómico dos vertientes principales: el chiste y el humor. Al chiste lo situamos en el campo de las operaciones retóricas del inconsciente como uno de los efectos de las leyes del significante. La ausencia de relación unívoca entre significante y significado permite el deslizamiento del sentido hasta alcanzar un efecto inesperado, transgresivo, que depende totalmente de la plasticidad del significante para significar no importa qué. Lo que interesa al chiste es que el texto mismo, en forma independiente del sujeto, produzca un nuevo sentido por el cual obtener un plus de goce.

El humor en cambio depende de la actitud del humorista. Es en el nivel de la enunciación, de la posición del propio sujeto con respecto a su enunciado -y no del texto- donde habremos de encontrar la respuesta por el efecto cómico del humor. En el humor hay algo grandioso, patético, dice Freud. El humor es rebelde. La rebeldía del humor consiste en que el sujeto no se deja someter por lo que irrumpe como Versagung (privación), impuesta por la realidad a expensas del yo. Mediante el humor el sujeto expresa la victoriosa confirmación de su invulnerabilidad. Pero eso no es lo más importante, sino que además, de la adversidad de las circunstancias reales el humorista extrae motivos de placer El humor no depende por tanto de una apreciación correcta de la realidad a la que el yo logra defensivamente adaptarse, sino de encontrar en ella elementos humorísticos que permitan el triunfo del principio del placer sobre el sometimiento masoquista al goce del Otro. Está en juego la afirmación de una rebeldía del sujeto contra la imposición del sufrimiento en el límite de una evitación imposible. En estos casos, dice Freud, el superyo parece mostrar una cara más benigna y permisiva que aquella obscena y feroz a la que nos tiene acostumbrados. El humor es pues, antes que renegación, una defensa exitosa contra el goce del Otro, donde el sadismo del superyó levanta su mandato de goce para convertirse en una inusitada instancia protectora del placer del yo. Ante el sufrimiento que impone la realidad, no sólo al condenado a la horca sino a todo sujeto parlante en tanto implica el encuentro con los signos de la castración, Freud establece una serie lógica de formaciones defensivas. Esta serie va de la neurosis como formación más lograda hasta la locura, pasando por la embriaguez, el ensimismamiento y el éxtasis. El humor participa de esta serie como defensa, al mismo tiempo que se excluye de ella en tanto no sucumbe al sufrimiento. El humor se ríe del dolor que las demás defensas no logran eludir. Renegar de la muerte (imagen por excelencia de la castración) sería un recurso desesperado inverso al del humor; porque la muerte de todos modos se impondrá. La actitud del reo, nos dice Freud, tiene todo el estatuto de un acto en tanto rectifica -no la realidad- sino la posición del sujeto ante la muerte. Su acto consiste en desafiar a la muerte, pero no renegando de ella, sino poniendo en marcha la función del discurso como elaboración de lo real imposible de ser nombrado. El humorista recurre al discurso, en el punto preciso donde hubiera podido quedar atrapado en una renegación sin salida o en el horror de lo real. .El humor de ninguna manera se fundamenta en un acto renegatorio de la realidad de la castración Extraer el fenómeno del humor del campo afectado por los efectos de la renegación, es lo que nos permitirá plantear una relación posible entre el fin de análisis y el humor.

Bergson había intuido ya una relación entre el humor y el superyo al decir "el humor se impone contra la voluntad del sujeto", anudando así la imposición de un mandato superyoico con el beneficio placentero del humor. Lacan afirmará: “sabemos ahora que el humor es el tránsfuga en lo cómico de la función misma del "superyo" lo cual, para animar con un avatar esa instancia psicoanalítica y arrancarla a ese retorno del oscurantismo en el que se afanan nuestros contemporáneos, puede asimismo realzar la prueba kantiana de la regla universal con el grano de sal que le falta."

Con relación al chiste, Lacan incluye en el análisis lo ingenioso, dirá: “Lo ingenioso sólo es ingenioso porque está lo suficientemente cerca de nuestra existencia como para anularla mediante la risa.”

Freud señala que la dialéctica por la cual la carcajada sobreviene, él la describe luego, una dialéctica que llama "anonadamiento y luz"; en un primer tiempo, el oyente recibe la palabra, y antes de estallar de risa, antes de que la metáfora cumpla su trabajo, hay un tiempo de anonadamiento donde el sujeto está en suspenso.

Otra metáfora encarnando al superyo esta en el hecho que es señalado por Spitz en el juego en que el niño ríe en el cambio con el adulto que se enmascara y desenmascara. El adulto se deseo mascara, el niño efectivamente se encuentra estallar de risa, jubila, y ese gozo, podemos comprenderlo ¿amo el descubrimiento del niño de que hay un más allá de la mirada que encarna la máscara, dado que la función de la máscara es encarnar la presencia de la mirada; pero si bajo esa mascara, cuando el adulto se desenmascara, se encuentra que hay una segunda mascara, entonces lo que aparece en el niño es algo del orden de la angustia, ¿y esa angustia por qué? La angustia indica que accedemos a una percepción dolorosa de la repetición, la repetición se da en nosotros bajo el sesgo de lo monótono y por esa dimensión de lo monótono, lo que se produce, es algo del orden de la usura de la metáfora paterna, hay aburrimiento y el aburrimiento indica una perdida de goce.

“Las metáforas se gastan, un chiste, produce efecto por un tiempo, un chiste también se gasta; una vez gastado, él es monótono. Diría que el desgaste de la metáfora, el efecto de ese desgaste y ese desgaste se produce justamente bajo el efecto del impacto de esos significantes que persisten en lo Real y que son corrosivos para la metáfora, ese desgaste está ligado a la aparición del desecho en nuestro universo”

Lacan ubica la salida del análisis en lo cómico. Más exactamente, de la salida dice que es del orden del ingenio, del Witz, que no es lo cómico pero que implica la risa. En la vertiente en la que no se halla salida y en la que se espera el acento trágico, él encuentra lo cómico. Tal como pudo decir con un enunciado muy simple que hay que situar bien, como intentó hacer cuidadosamente: “La vida no es trágica, es cómica”. Por ello le pareció completamente inapropiado que Freud fuera a buscar una tragedia para extraer de ella el complejo de Edipo. “No se ve – dirá Lacan- por qué Freud designo, aun cuando podía tomar un camino más corto, designó con algo distinto de una comedia a eso con lo que tenía que ver, con lo que tenía que ver en esa relación que liga lo Simbólico, lo Imaginario y lo Real".

Notas:

1- Crussí González, Francisco. Notas de un anatomista. México, Fondo de Cultura Económica. 2000

2- Fernández Tresguerres , Alfonso. En: El Catobletas. Nro. 8 –Octubre 2003. (Internet)

3- Joubert, Laurent (1529-1583). Tratado de la risa Paidos. Buenos Aires. 2002

Referencias en Jacques Lacan:

Chiste:
Seminario V Las formaciones del inconsciente Ed. Paidós. Bs. As., 1999. Los primeros seis capítulos se dedican al chiste. El ejemplo que despliega Lacan es  el de Famillionario.

Agudeza:
Seminario I Los escritos técnicos de Freud. Ed. Paidós. Bs As.,1981. Donde dice: “Exactamente. El sueño tiene un ombligo muy confuso. El ombligo de la agudeza es perfectamente agudo: el Witz. Su esencia más radical está expresada en el no-sentido".

Seminario 2 El yo en la teoría de Freud. Ed. Paidós. Bs. As., 1983. Donde dice: “El rigor de Freud nos deja estupefactos, pero Freud no da del todo la última palabra, a saber, que todo lo que participa propiamente de lo ingenioso se sostiene en el nivel vacilante en que la palabra está ahí. Si no estuviera ahí, no existiría nada."

“Psicoanálisis y medicina” en Intervenciones y textos 1. Ed. Manantial Bs. As., 1985. Donde dice: “Muy por el contrario, el inconsciente me parece no sólo extremadamente particularizado, más todavía que variado, de un sujeto a otro, sino cada vez más astuto y espiritual, porque es justamente a partir de él que la agudeza adquiere sus dimensiones y su estructura”

Humor:
"Kant con Sade” en Escritos 2. Siglo Veintiuno Editores (ed. en español). México.1975.

Cómico:
"Televisión” en Psicoanálisis. Radiofonía & Televisión. Ed. Anagrama. Barcelona.1977. Donde dice: "Es la cima de lo cómico, a diferencia que lo cómico conlleva el saber de la no-relación que está en el golpe, en el golpe del sexo. De ahí que nuestra dignidad asuma su descanso, incluso su relevo."

Seminario VIII La transferencia. Ed. Paidós. Bs. As., 2003. Donde dice: " Y esto confirma lo que les dije que era esencial del resorte de lo cómico, que está siempre en el fondo de esta referencia al falo”.


Bibliografía

-Bergson, Henri (1900) La Risa. Ensayos sobre el significado de lo cómico. Buenos Aires, Losada. 1974.

-Levi-Strauss, Claude: "Los principios del parentesco", en Las estructuras elementales del parentesco, Barcelona, Ed. Paidós, 1981, cap. XXIX, p.. 572 a 574 .

-Freud, Sigmund, “El humor”, en Obras Completas, Madrid, Biblioteca.Nueva, 1968. t. III, pág. 510, “El chiste y su relación con lo inconciente”, op.cit. t. I, pág.837.

-Eco, Umberto, El nombre de la Rosa . México , Lumen editorial 1984

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-Blanchot, T, “Nietzsche y la escritura fragmentaria” en La risa de los dioses, Barcelona, Calden, 1977.

-Miller, J:A. “Ironía", en Uno por Uno: Revista Mundial de psicoanálisis. Nro. 34, Barcelona y Buenos Aires, Enero/Marzo 1993. pp. 6-12.

- Joubert, Laurent. Traitté de la peste composé en Latin ... Plus une Question de la paralysie, & Deux paradoxes de la revulsion ... [Traduits fidelement en françois par Guillaumedes Innoce ns. Genève: Jacob Stoer, 1581]. An online edition of Traitté de la peste

 

 

 
El Murciélago Magazine Freudiano Abril/Mayo 2005